Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Mateo 21:28-31.
En la parábola, el hijo que se negó a ir representaba el mundo gentil, y el grupo que decía "sí, señor, voy" representaba a los fariseos. Cristo acababa de limpiar el templo de los que lo contaminaban con un tráfico prohibido. La divinidad había fulgurado a través de la humanidad, y el pueblo había visto la gloria y el poder de Dios manifestado ante ellos... Al viajar hacia Jerusalén, la multitud que había extendido sus mantos en el camino y lo había adornado con ramas de palmera, también lo alabó al cantar: "Hosanna al Hijo de David". Aunque los que lo alababan no se habían atrevido a llevar sus aclamaciones hasta las puertas mismas del templo, por temor a los sacerdotes y gobernantes, los niños habían seguido el canto y alababan a Dios en el templo clamando "Hosanna al Hijo de David".
El mundo gentil aceptaría la verdad, pero quienes habían tenido una luz tan grande y tales privilegios maravillosos, a quienes se les había concedido bendiciones tanto temporales como espirituales, rechazaron el mensaje de salvación. Habían profesado ser el pueblo de Dios. Habían dicho, "vamos, señor", pero no habían hecho la voluntad de su Padre...
¿Cuándo la invitación del cielo ha llegado a sus oídos, dice usted "Sí, Señor, creo la verdad", aunque las acciones en su vida muestran que en realidad no creyó? ¿La ha traído usted a su corazón? ¿Se ha apoderado de su alma su poder transformador? ¿Ha sido integrada en su carácter su gracia santificadora? ¿Qué sucede con usted?...
Es el privilegio de cada uno decir: "Cumpliré las órdenes de mi Capitán al pie de la letra, ya sea que sienta [el deseo] o no... Diré: '¿Cuáles son mis órdenes? ¿Cuál es mi deber? ¿Qué me dice el Maestro?... ¿Cuál es mi posición ante Dios?'" Tan pronto lleguemos a una relación correcta con Dios, entenderemos nuestro deber y lo haremos, y no pensaremos que las cosas buenas que hacemos nos ganan la salvación...
La pregunta no es cómo permanecerá cuando lo asalten las pruebas en el futuro, sino: ¿Cómo está ahora su relación con Dios? ¿Desea hoy empeñarse en su obra?— Review and Herald, 9 de abril de 1889; parcialmente en Recibiréis Poder, p. 131.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
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