Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará (Proverbios 22:6).
Hace mucho tiempo, una de las frases más comunes para conocer a un joven era preguntar: «Y tú, ¿estudias o trabajas?» La pregunta representaba, y aún representa, una forma de entender la sociedad y a sus miembros productivos; si el joven no estudia, se supone que trabaja.
Pero ahora diversas sociedades enfrentan una terrible crisis: la sobrepoblación. Cada año, en todo el mundo, se unen a la fuerza laboral millones de jóvenes bien preparados, listos para ocupar su lugar en el mundo del trabajo. El problema es que la sociedad no hizo provisión para todos y no encuentran trabajo.
También existe otro problema, igual de grave que el anterior. Cada año millones de jóvenes alcanzan la edad en que deben comenzar su preparación profesional, pero no hay lugar para ellos en las instituciones de educación superior. Aparentemente, la sociedad no hizo provisión para ellos.
El resultado es el surgimiento de una nueva clase de jóvenes que no son ni estudiantes ni trabajadores. Son los ninis. Los que ni trabajan ni estudian. La expresión es popular, pero lo que significa es una señal de los tiempos. Una verdadera tragedia.
Los ninis son aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan. Estimaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señalan que los jóvenes mexicanos en edad productiva que pertenecen a este sector son alrededor de siete millones. No estudian y tampoco trabajan.
José Narro, rector de la UNAM, señaló que hace falta una revisión en la escala de valores de la sociedad actual, porque parece privilegiar más la acumulación rápida de dinero que el esfuerzo, el trabajo o la honestidad. El rector se muestra preocupado, porque la tragedia es que los ninis se convierten en las fuerzas de reserva de la delincuencia organizada. Especialistas como Gustavo Saraví señalan que el crimen ofrece a estos muchachos las recompensas, el reconocimiento y el dinero que no encontraron de manera legal en la sociedad.
Pero tú no tienes por qué sentirte atrapado en esa red de incertidumbre. Dios siempre hace provisión para los suyos. Sus hijos no son, ni pueden ser, ninis porque son hijos e hijas del Rey del cielo. Escucha la promesa divina: «He sido joven y ahora soy viejo, pero nunca he visto justos en la miseria, ni que sus hijos mendiguen pan. Prestan siempre con generosidad; sus hijos son una bendición» (Sal. 37:25,26).
Siempre hay oportunidades para los hijos fieles de Dios. No temas. El Señor no abandona a sus hijos. Afronta el futuro con responsabilidad.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez
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