lunes, 3 de junio de 2013

LA EXPERIENCIA DEL PERDÓN

¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? Miqueas 7:18.

Necesitamos más fe en Jesucristo. Necesitamos traerlo a nuestra vida diaria. Entonces tendremos paz y gozo, y sabremos por experiencia el significado de sus palabras: "Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor" (Juan 15:10). Nuestra fe debe reclamar la promesa que dice que permanecemos en el amor de Jesús...
Se nos dan oportunidades y privilegios preciosos para ser una luz y bendición para otros, fortaleciendo su fe y animándolos por medio del brillo de sol celestial en nuestras propias almas. Podemos reunir para nuestro propio beneficio rayos preciosos de alegre esperanza, paz y plenitud de gozo, y al hacerlo ayudar a todos con quienes nos asociamos. En lugar de fortalecer la incredulidad y la duda, inspiraremos esperanza.
Todos los que cumplen las condiciones para tener una fe experiencial, tienen el privilegio de conocer por sí mismos que se extiende libremente el perdón para cada pecado. Dios ha comprometido su palabra de que cuando confesamos nuestros pecados, él los perdonará y nos limpiará de toda injusticia. Descarte la incredulidad. Descarte la sospecha de que estas promesas no son para usted. Son para cada transgresor arrepentido, y Dios queda deshonrado por su incredulidad. Quienes se han llenado de dudas solo tienen que creer plenamente las palabras de Jesús, y de allí en adelante se alegrarán en la bendición de la luz...
Mantenemos al Salvador muy alejado de nuestra vida cotidiana. [Más bien, debemos] desear que permanezca con nosotros como un amigo honrado y confiable. Debemos consultarlo en todas las materias. Debemos contarle cada prueba, y así ganar fuerza para enfrentar la tentación...
¿Qué más podemos pedir de Dios de lo que ya nos concedió? ¡Oh, qué amor, qué infinito amor de nuestro bendito Señor, de ser nuestro sacrificio! ¡Cuánto gozo debiera llenar el corazón de los cristianos, y cuántas expresiones de gratitud debieran escucharse en sus labios [al saber] que por la sangre de Jesús es posible ganar el amor de Dios, ser uno con él!... Al creer en el Hijo, hemos de ser obedientes a todos los mandamientos del Padre y tener vida a través de Jesucristo...
Cristo es nuestra esperanza y nuestro refugio. Su justicia es imputada únicamente al obediente. Aceptémoslo por fe, para que el Padre no encuentre pecado en nosotros.— Review and Herald, 21 de septiembre de 1886.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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