¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! Isaías 5:20.
El relativismo es una corriente de pensamiento que afirma que no existen verdades universales validas, ya que toda afirmación depende del contexto, o de quien haga la afirmación. El relativismo defiende que nada es verdad ni mentira, bueno ni malo, falso ni verdadero; es una posición muy próxima al escepticismo. Sus partidarios aseguran que todo es relativo y que depende de las circunstancias. En otras palabras, defiende que “todo depende del cristal con que se mire”.
Actualmente impera el relativismo en todas las latitudes; como consecuencia de su influencia mucha gente afirma que todas las religiones tienen aspectos buenos y malos, y que lo mejor es aceptar la existencia de Dios sin comprometerse formalmente con la observancia de una religión en concreto. Otros se sienten tranquilos medrando bajo la premisa de que cada cual debe vivir de acuerdo con sus propios principios, valores, parámetros y códigos de conducta, sin sentir la presión de normas que se le quieren imponer desde afuera. Cada uno es su propia norma, su propio parámetro; impera el criterio personal.
Si el mundo en su totalidad se rigiera por los anteriores parámetros, se produciría un caos total en todos los ámbitos del comportamiento humano. Lo mismo sucedería si desapareciera la fuerza de gravedad, y todos y todo quedara flotando a la deriva en el vasto universo.
Demos gracias porque sabemos que la verdad absoluta está en Cristo. Una verdad maravillosa que nos da paz para vivir y nos sostiene como un ancla; de ese modo no naufragaremos cuando las tormentas de la vida nos azoten. La Palabra de Dios encierra las verdades más absolutas y desenmascara la mentira. Deja al descubierto la falsedad para que podamos ver lo verdadero.
Vivamos el día de hoy disfrutando de esta seguridad. Es posible que no conozcamos todas las verdades respecto a lo que nos ocurre, pero alegrémonos porque conocemos a aquel que es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). En el no solamente encontramos tranquilidad, calma y sosiego, sino al mismo tiempo sabiduría para responder a los desafíos cotidianos a la vez que tomamos decisiones correctas.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
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