Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla (Juan 1:5).
Durante el verano del 2011 tuve la oportunidad de visitar los montes y valles del Piamonte, en el norte de Italia, donde los valdenses se refugiaron para custodiar la verdad del evangelio en momentos sombríos durante la Edad Media. Allí visité la antigua escuela para pastores valdenses (o «Barbetti»'). Una experiencia inolvidable es que allí, junto al camino, recolectamos cerezas y bayas silvestres para comer. También entramos a su iglesia, una construcción muy sencilla. Justo antes de entrar miré hacia la parte superior de la puerta donde se leía la siguiente frase en latín: «Lux lucet in tenebris», que significa «La luz resplandece en las tinieblas». El pensamiento me conmovió profundamente. Los valdenses fueron perseguidos y masacrados durante la Edad Media porque se aferraban al evangelio y predicaban y distribuían la Palabra de Dios. En 1655 el duque de Saboya ordenó a los valdenses asistir a misa dándoles un plazo de veinte días para someterse o vender sus propiedades y retirarse de sus dominios. El ultimátum vino en medio de un crudo invierno. Pero los fieles predicadores decidieron huir subiendo las escarpadas pendientes hacia los valles del Piamonte, donde encontraron refugio con sus hermanos en la fe. Más tarde, el 24 de abril de 1655, a las cuatro de la madrugada, el duque dio la señal para desatar una masacre. La matanza, conocida como las Pascuas Piamontesas, fue tan brutal que causó indignación en Europa. Oliver Cromwell, gobernador de Inglaterra, escribió cartas a favor de las víctimas, recaudó donativos, proclamó ayuno en el país y amenazó con la acción militar para defenderlos. John Milton, el famoso autor inglés de El paraíso perdido, escribió el soneto On the Late Massacre in Piedmont [La última masacre del Piamonte] en que suplica: «Venga, oh Señor, a tus santos que han sido masacrados [...]. Aquellos que guardaron tu verdad tan pura de antaño, cuando todos nuestros padres adoraban maderos y piedras».
La historia de los valdenses conserva una preciosa verdad: Para vencer las tinieblas no se precisa una luz fuerte. Por más débil que sea, la luz brillará en medio de la oscuridad. De la misma manera, no tienes que realizar grandes acciones para permitir que la luz del evangelio brille en tu vida. Si tu vida es sincera y fiel a la Palabra de Dios, si tu lenguaje es puro, si rehúsas hablar mal de otros, si inclinas tu rostro para orar en lugares públicos, si tienes fe y gozo cuando las circunstancias son difíciles, tu luz brillará en medio de la oscuridad.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez
No hay comentarios:
Publicar un comentario