Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios (Proverbios 2:6).
¿Qué haces cuando la evidencia científica no concuerda con lo que Dios ha revelado en su Palabra? Cuando Mendeléyev arregló los elementos de la tabla periódica siguiendo la secuencia de su peso atómico, encontró que algunos no “encajaban”. Sus pesos atómicos parecían ser incorrectos. Después de pensar un poco, decidió no rechazar su modelo, sino ignorar los pesos anómalos. Concluyó que era posible que el peso de esos elementos hubiera sido calculado erróneamente. Así era. Después se encontraría que esos pesos atómicos estaban equivocados por la presencia de ciertos isótopos que distorsionaban la medición. Es muy cierta, entonces, la afirmación paradójica de sir Arthur Eddington: “No creas en los resultados de los experimentos hasta que hayan sido confirmados por la teoría”.
Algo similar pasó cuando el meteorólogo alemán Alfred Wegener observó que América del Sur y la costa oeste de África encajan como piezas de un rompecabezas gigante. Obsesionado con la idea, descubrió que el pequeño fósil del mesosaurio solo se encuentra en Brasil y el oeste de África, y que fósiles de dinosaurios se encontraban en estratos de rocas idénticos en Brasil y África oriental. Sugirió entonces que estas dos regiones habían pertenecido a una misma masa terrestre en algún tiempo lejano y que después se habían separado.
En el ámbito geológico se rechazó la idea. ¡Todo mundo sabía que los continentes no viajan ni se mueven! Sin embargo, una vez que se descubrió el movimiento de las placas tectónicas, las ideas de Wegener fueron aceptadas. No deberíamos rechazar, entonces, una idea por la simple razón de que no conocemos los mecanismos que la explican. Puede ser que en el futuro sean descubiertos.
No te dejes intimidar cuando tu fe no concuerda con la ciencia. Mientras estudiaba el doctorado en Filosofía de la Religión, hace algunos años, experimenté momentos de fuerte duda a causa de las evidencias, aparentemente muy convincentes, que negaban algunas de las verdades que Dios nos ha revelado. En varios de esos momentos, me arrodillé al lado del escritorio, en un lugar apartado de la biblioteca, para pedir su dirección. Él nunca me abandonó. Muchas de las dudas que tenía fueron resueltas porque Dios me guió para encontrar las respuestas. De hecho, como resultado, en 2005, obtuve el primer lugar en la Gradúate Student Paper Competition of the Midwest Society of Biblical Literature [Concurso de trabajos de estudiantes de posgrado de la Sociedad de Literatura Bíblica del Medio Oeste], en la que competían estudiantes de universidades prestigiosas de los Estados Unidos.
Recuerda que Dios es el dueño del conocimiento y nunca se equivoca. Síguelo confiadamente dondequiera que te guíe.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez
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