“El amigo siempre es amigo, y en los tiempos difíciles es más que un hermano” (Proverbios 17:17, TLA).
La curación del paralítico de Marcos 2:1 al 12 es uno de los relatos más fascinantes de los Evangelios. Cuenta el evangelista que cuando Jesús llegó a Capernaúm, una gran multitud de personas se congregó para escucharlo. El lugar donde el Maestro estaba enseñando se llenó por completo. Entre los que no pudieron entrar se hallaba un paralítico que soñaba con ver a Jesús.
Como el paralítico no podía entrar por sí mismo, sus amigos buscaron la manera de ayudarlo. ¿Cómo lo hicieron? Rompieron el techo de la casa y lo bajaron ante la vista atónita de todos los presentes. Dice el relato que al ver Jesús la fe de ellos, decidió sanar al enfermo. ¿Quiénes eran “ellos”? Los cuatro amigos; los que decidieron cargarlo, romper el techo, bajarlo… La suerte del paralítico consistió en tener amigos sinceros y leales, amigos que lo apoyaron en sus momentos de mayor desesperación. Gracias a esos buenos amigos, él recibió no solo salud física sino también espiritual.
Yo sé lo que es tener amigos como “ellos”, cuando no eres más que un “paralítico”. En cierta ocasión quería reunirme con el presidente de IADPA; pero se me había hecho bastante difícil concertar una cita con él. Uno de mis amigos lo contactó y le pidió que me recibiera. Después de haber mostrado cierta reticencia, finalmente le dijo a mi amigo que podía recibirme al concluir una reunión en la que estaba participando. Mi amigo me llevó al lugar, pero cuando este señor salió de la reunión, le informó que no podía atenderme porque ya tenía que irse al aeropuerto. Entonces mi amigo le dijo: “No hay problema, yo se lo llevo al aeropuerto, pero usted tiene que recibirlo hoy”. El presidente me atendió y varios meses después yo estaba trabajando para IADPA.
Han pasado casi diez años desde entonces. Y en reiteradas ocasiones, Pablo Perla, el presidente de mi historia, me ha dicho: “Yo quiero tener un amigo como Gabriel, el amigo tuyo”.
Un proverbio judío dice: “Un amigo fiel es una protección segura; el que lo encuentra ha encontrado un tesoro”. El paralítico y yo tuvimos la suerte de encontrar ese “tesoro”, ¿y tú, ya lo encontraste?
Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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