Cuando Cristo llama a un hombre, le pide que venga y muera. Dietrich Bonhoeffer
¡Qué radical esta frase! Tanto como esta otra de Pablo: “Si vivo, quiero hacerlo para servir a Cristo, pero si muero, salgo ganando” (Fil. 1:21, TLA). A muchas de nosotras, que decimos que “todo tiene solución menos la muerte”, nos parece que la muerte es el peor de los males, pero para el apóstol, si la vida se vive bien enfocada, la muerte se convierte en una recompensa.
¿Es el mundo al revés? Sí, pero esa es precisamente la propuesta del evangelio, y así fueron las vidas de los siervos de Dios a lo largo de la historia. Fíjate en los mártires, o en héroes como Abel, Noé, Abraham, José… “todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial” (Heb. 11:13-15, NV1). Ellos aceptaron el llamado y “murieron” a sus propios intereses; por eso la vida en esta tierra dejó de ser algo a lo que aferrarse.
¿Y tú? ¿Vives a la espera de lo que hay tras la muerte o te has acomodado a un cristianismo que gira en tomo a ti misma? Jesús nos llama a renunciar al yo, a abandonar la comodidad (Luc. 14:27), a reorganizar nuestras vidas en tomo al servicio (Mat. 20:26), a dejar nuestras posesiones (Mar. 10:21), a alejamos de la burbuja que nos brindan nuestros familiares y amigos y servir a Dios (Luc. 14:26) dando la vida por su causa (Mat. 10:39).
Seguir a Jesús es ver el mundo al revés de como lo ve el común de los mortales. “La clave está en darse cuenta, y creer que este mundo no es nuestro hogar. Si esperamos liberamos alguna vez de los deseos mundanos, del pensamiento mundano, de los placeres mundanos, de los sueños mundanos, de los ideales mundanos, de los valores mundanos, de las ambiciones mundanas y de los elogios mundanos, debemos concentrar nuestras vidas en otro mundo”.*
¿Qué harás? ¿Aceptarás el llamado a vivir una vida con significado eterno? No hay decisión más importante que esta.
* David Platt, Radical. Volvamos a las raíces de la fe (Miami: Unilit, 2011), pp. 171, 172.
”Si vivo, quiero hacerlo para servir a Cristo, pero si muero, salgo ganando” (Fil. 1:21, TLA)
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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