“El que no vende su honradez a cambio de dinero, tendrá una larga vida” (Proverbios 15:27, TLA).
Jean-Baptiste Colbert, ¿te suena ese nombre? La Enciclopedia Británica, entre otras cosas, dice que fue ministro de Finanzas, secretario de la Casa del Rey y de Marina durante el reinado de Luis XIV de Francia, en el siglo XVII. Fue el “responsable de llevar a cabo el programa de reconstrucción económica que convirtió a Francia en la potencia dominante en Europa”. ¿Cómo pudo este hombre, que no formaba parte de la aristocracia europea, llegar tan lejos?
En el libro Su palabra de honor y otros relatos se cuenta un episodio que desempeñó un papel vital en el devenir personal y profesional de Colbert. Durante su juventud, Colbert comenzó a trabajar en una tienda de telas. En cierta ocasión su patrón le ordenó llevar tres piezas de tela a la habitación de un próspero banquero, que se hospedaba en un lujoso hotel. “Mire -le dijo el patrón-, esta pieza marcada con el número uno se debe cobrar a razón de seis libras la yarda; la número dos, a ocho; y la número tres, a quince libras la yarda. No se equivoque” (p. 26).
Como era su costumbre, el joven Colbert acató la orden del jefe, se fue al hotel y le entregó las telas al importante personaje. Luego de revisar las telas, el banquero escogió la número dos y compró treinta yardas. Cuando Colbert llegó a la tienda, el dueño se dio cuenta de que el joven había vendido a quince libras la yarda la tela que costaba ocho. Es decir, ¡a casi el doble del precio real! El patrón lo felicitó y, además, le ofreció un porcentaje de las ganancias “adicionales”.
¿Qué habrías hecho tú? ¿Habrías aceptado el soborno de tu patrón y te hubieras quedado callado? La honradez de Colbert fue puesta a prueba, pero con mucha entereza de carácter le dijo a su jefe: “¿Sabe qué? Esto no puede quedarse así. No deseo tener dinero ajeno, prefiero ser honrado” (p. 27).
Como dijo Séneca, el filósofo moralista romano: “Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad”. Colbert sabía que “de muy poco aprovecha el dinero mal ganado. Lo que vale es la honradez, pues te salva de la muerte” (Proverbios 10:2, TLA).
Por: J. Vladimir Polanco Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
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Por: J. Vladimir Polanco
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