“Dios, llama a las cosas que no existen, como si existieran” (Romanos 4:17, LBLA).
En 2008 llegué a las oficinas de IADPA, la editorial en la que trabajo, para realizar prácticas de edición y traducción. Una mañana, Sergio V. Collins, sin duda alguna uno de los más grandes editores que ha tenido la Iglesia Adventista (escribió casi veinte libros y era capaz de editar en inglés, francés y español), llegó a mi oficina y me dijo:
-Polanco, necesito que me escribas el editorial de la revista Avanzad.
-Pastor Collins, yo no trabajo aquí, simplemente he venido a practicar y recibir entrenamiento -le respondí.
Con la sonrisa que lo caracterizaba, me dijo:
-No hay que ser empleado de IADPA para escribir ese editorial. Es más, la persona que siempre lo escribe no trabaja para nosotros.
Esa noche, al regresar al apartamento donde me alojaba, escribí el editorial. Al día siguiente se lo entregué al pastor Collins y varias horas después, él me envió la versión editada con esta añadidura: “]. Vladimir Polanco, redactor de IADPA”.
¿Redactor de IADPA? ¡Collins me trató como un redactor cuando yo aún no lo era! De hecho, la andadura por el camino editorial conlleva que antes de obtener el título de “redactor o editor” hayas sido “lector de pruebas”, “editor asistente”, “editor asociado” y, finalmente, “redactor o editor”. Collins se saltó todo ese proceso y me trató como no merecía. Por supuesto, no fui a decirle que me quitara el título; más bien disfruté de que me llamaran por lo que todavía no era.
Lo que hizo Collins conmigo es lo que Dios hace con todos nosotros: tratarnos como no merecemos. Cristo nos considera justos aunque somos pecadores; nos considera santos aunque somos inmundos; nos ve como jóvenes salvos aunque andemos por el valle de la perdición. Con razón dijo Pablo que Dios “llama a las cosas que no existen, como si existieran” (Romanos 4:17, LBLA). No soy justo, pero me encanta que Dios me considere justo. Me alegra saber que Jesús “no nos trata según lo merecemos. No nos pregunta si somos dignos de su amor; simplemente derrama sobre nosotros las riquezas de su amor para hacernos dignos” (Hijos e hijas, p. 307). ¡Qué bueno es Dios, me trata como no merezco!
Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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