El hombre cree ser más de lo que es, y se estima en menos de lo que vale. Goethe
“Te alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras”, (Salmo 139:14, RV95)
MARCA verdadero o falso según las siguientes afirmaciones coincidan o no con lo que tú piensas: 1) Si me esfuerzo por caer bien, no estaré sola. 2) Debo agradar a los demás aun a expensas de mis propios sentimientos. 3) La gente que cae bien recibe más atención y afecto. 4) Necesito la aprobación de los demás. 5) Me siento culpable cuando digo que no.* Si consideras verdaderas la mayoría de estas afirmaciones, estás pagando el elevado precio de ser apreciada.
Quienes nos hallamos en este círculo vicioso de querer caer bien pensamos así: 1) Me siento insegura (no tengo dinero, solo he estudiado primaria, estoy divorciada, soy extranjera…). 2) Si me esfuerzo por caer bien, me aceptarán. 3) Si me rechazan, es que no he sido lo suficientemente agradable. 4) Me siento más insegura, deprimida y solitaria. Resultado: me encierro en mí misma y rehuyó tener compañía.
Ataquemos la raíz del problema que, como hemos visto, es la inseguridad. Si lo pensamos bien, no hay motivos para sentirnos inseguras, pues somos una creación admirable (Sal. 139:14), hemos nacido por voluntad de Dios, como el mejor fruto de su creación (Sant. 1:18), y nos ama tanto que ha dado a su Hijo por nosotras (Juan 3:16). ¿No crees que estamos bien armadas para acercamos a los demás con seguridad en nosotras mismas? No somos más ni menos valiosas por tener dinero, estudios, familia o amigos.
Nuestra manera de relacionamos con los demás ha de basarse en nuestra relación con Dios, y no en un proyecto premeditado de caer bien para evitar el rechazo que, por otra parte, es inevitable. No todos querrán estar en compañía de personas como nosotras pero, ¿está acaso en nuestras manos cambiar eso? Quien nos quiera, ha de queremos por lo que somos. Si nos ponemos un disfraz de impecabilidad para caer bien, ¿cómo podrán conocernos realmente? ¿Cómo podrán ayudamos a suplir las carencias de nuestra personalidad?
Si hemos de comprometer nuestra identidad como cristianas, nuestros valores o necesidades como seres únicos que somos, solo para ser aceptadas, pagaremos un precio demasiado elevado. En realidad, lo que necesitamos aceptar es el amor de Dios, y amamos a nosotras mismas y a los demás. Nuestro valor reside en el hecho de que somos seres creados a la imagen divina. No hagamos de los demás, ni de nosotras mismas, jueces implacables de nuestra conducta.
* Preguntas tomadas del test de la doctora Harriet B. Braiker en The Disease to Please [La enfermedad de querer agradar] (Nueva York: McGraw-Hill, 2001), pp. 1-3.
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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