jueves, 10 de marzo de 2016

PETICIONES PARA TU AUDIENCIA CON EL REY

“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que tienen autoridad, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Esto es bueno y agradable delante de Dios, nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”. 1 Timoteo 2:1-4.

Si la gente acudía de rodillas a Jesús con sus peticiones, tú y yo, ciertamente, podemos hacer lo mismo. Incluye a las personas que figuran en tu lista de oración en los momentos que pasas arrodillado al final de tu culto. Oswald Chambers describe la oración intercesora como “una obra sin desventajas. Predicar el evangelio tiene una desventaja; la oración intercesora, ninguna” (My Utmost for His Highest, 30 de marzo). ¿A qué se refiere? Nuestro servicio público, ya se trate de predicar o de cualquier tipo de servicio, conlleva el riesgo latente de llegar a centrarse en sí mismo, de convertirse en autobombo. Pero orar por otros ante Dios de manera privada no suscita galardones ni aplauso, porque todo se hace en privado.
En el texto de hoy el apóstol Pablo nos recuerda que tal intercesión privada es buena “y agradable delante de Dios, nuestro Salvador”. ¿Por qué? Porque Dios “quiere que todos los hombres sean salvos”; ¡por eso! Lo cual es una potente señal de que nuestras listas de oración deberían estar equilibradas con los nombres de familiares, amigos, vecinos, colegas y hasta desconocidos a los que hemos encontrado que necesitan conocer al Salvador. Diremos más sobre este asunto mañana.
Puedes empezar a crear tu propia lista de oración ahora mismo, si lo deseas. Mi lista actual (que guardo en mi diario de oración) comenzó con una solicitud de oración que alguien me envió por correo electrónico hace mucho, y he venido incluyendo nombres a mano desde entonces. (No es una lista muy pulcra ni atractiva, pero, ¿qué más da? -es solo para consumo privado-, y funciona). ¿Quién debería estar en tu lista? Pablo nos manda que oremos “por todos los hombres”, lo que sin duda supone el permiso divino de orar por cualquier persona que el Espíritu ponga en tu corazón. Y, dada las condiciones del planeta en estos días, su sugerencia de que incluyamos a nuestros dirigentes políticos es buena. Sí, oremos por los que necesitan curación física (después diremos más sobre ellos). Sí, intercedamos por los necesitados de liberación económica o intervención marital o éxito académico o profesional, etcétera. Y, a medida que tu lista vaya aumentando, atesora esta increíble promesa; “Cuanto más fervorosa y constantemente oremos, tanto más íntima será nuestra unión espiritual con Cristo” (Palabras de vida del gran Maestro, cap. 12, pp. 111,112; la cursiva es nuestra). ¡Qué promesa para nuestra lista de oración!

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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