miércoles, 27 de abril de 2016

¿UNA VIDA DE SACRIFICIO?

Sir David Livingstone
“Cristo nos amó y se entregó por nosotros” (Efesios 5:2).

Qué futuro le puedes augurar a un niño de diez años que día tras días tiene que trabajar en una fábrica de telas de seis de la mañana a seis de la tarde? A primera vista parece poco promisorio el destino de este muchacho, ¿verdad? Y si ese niño, mientras trabaja en su máquina de algodón, lee un libro, cuando sale del trabajo va directo a la escuela, y cuando sale de la escuela se dedica a estudiar las clases del día siguiente hasta muy tarde en la noche, ¿cambiaría para bien la vida de ese chico?
Ese jovencito alcanzó una posición importante dentro de la fábrica en la que trabajaba, concluyó sus estudios secundarios, se matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Glasgow, Escocia, y sin recibir ayuda de nadie completó sus estudios universitarios. ¿Y sabes qué hizo después? En lugar de ejercer su profesión en la comodidad de su país, se embarcó como misionero a África para evangelizar, educar y curar a los nativos. Mientras servía como embajador de Cristo se enfermó de muerte varias veces, vio morir a su esposa y un león casi le arrancó un brazo.
¿De quién te estoy hablando? De Sir David Livingstone, el célebre misionero y explorador. Quizás estés pensando: “¡Este hombre sí que se sacrificó!”
Si es así, entonces considero oportuno compartir contigo un párrafo del discurso que Livingstone pronunció en 1857 ante un grupo de estudiantes de la Universidad de Cambridge:
“La gente habla del sacrificio que yo he hecho en pasarme gran parte de mi vida en África. ¿Es sacrificio pagar una pequeña parte de la deuda, deuda que nunca podremos liquidar, y que debemos a nuestro Dios? ¿Es sacrificio aquello que trae la bendita recompensa de la salud, el conocimiento de practicar el bien, la paz del espíritu y la viva esperanza de un glorioso destino? ¡No hay tal cosa! Y lo digo con énfasis: ¡No es sacrificio! […] ¡Nunca hice un sacrificio! No debemos hablar de sacrificio, si recordamos el gran sacrificio que hizo Aquel que descendió del trono de su Padre, de allá de las alturas, para entregarse por nosotros”.
Nuestros sacrificios, sin importar lo grandes que parezcan, no podrán compensar el sacrificio que Cristo hizo por todos nosotros.

Tomado de Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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