Lo veré, mas no ahora; lo miraré, mas no de cerca; saldrá estrella de Jacob, y se levantará cetro de Israel. Números 24:17.
Los ojos de Balaam se agrandaron por la incredulidad. Un ángel, tan claro como el día, se paró delante de él con una espada lista para atacar. ¡Esto era lo que su asna había estado tratando de evitar todo el tiempo! El ángel le dijo que podía ir a Moab, pero que tendría que hablar exactamente lo que el Señor pusiera en su boca.
Cuando Balaam llegó, Balac salió a su encuentro. Luego, el profeta fue escoltado hasta la cima de un lugar alto, donde podía mirar a todo el campamento de Israel. Estaba tan encantado con la idea de poner en sus bolsillos todo ese dinero que recibiría como recompensa que le ordenó a Balac que construyera siete altares y ofreciera sacrificios sobre ellos. En efecto, pensaba que, mejorando cualquier sacrificio de los israelitas, podría hacer que Dios cambiara de parecer y trajera una maldición sobre el pueblo.
Cuando llegó la hora de maldecir. Balaam simplemente no pudo hacer que su lengua funcionara correctamente.
Intentó decir cosas malas sobre Israel, pero ¡solo le salían hermosas bendiciones y promesas para ellos! Balac estaba molesto, pero estuvo dispuesto a volver a intentar. Quizá Balaam había visto demasiado del campamento de Israel, y se había asustado y se guardó de pronunciar la gran maldición.
Balaam, de hecho, había estado impresionado. Los moabitas le habían hecho creer que los israelitas eran bandas ambulantes de saqueadores que merodeaban por todo el país, pero la vista de aquel campamento prolijo y bien organizado le dijo que Dios estaba verdaderamente con ellos. Balac lo llevó al campo del centinela, en la cumbre del monte Pisga, desde la cual solo una parte del campamento era visible. Pero, ocurrió lo mismo que antes.
Balac todavía no estaba listo para desistir: quizás una vez más resolvería el problema. Llevó a Balaam al monte Peor, donde había un templo de Baal. Otra vez se ofrecieron sacrificios en siete altares pero, mientras Balaam observaba una porción del campamento de Israel, el Espíritu de Dios vino sobre él y, cayendo en trance con los ojos abiertos, profirió más bendiciones en hermosa poesía.
Desilusionado, temeroso y enojado con Balaam, Balac envió al profeta miserable a su casa. Pero, justo antes de que Balaam se fuera, nuevamente abrió su boca y pronunció la hermosa profecía de la venida del Redentor del mundo, registrada en nuestro versículo para hoy.
Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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