“Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y que llevaba el evangelio eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo’’. Apocalipsis 14:6, NVI
Creo que es inminente la mayor contienda espiritual de la historia y me temo (y uso esa palabra deliberadamente) que bien puede estar mucho más cerca de lo que ninguno de nosotros capta. Esta crisis global espiritual será entre dos comunidades religiosas opuestas: una que lleva a la gran mayoría del mundo en la defensa de lo que ha sido su posición histórica a lo largo de los siglos, y la otra que lleva a una oposición minoritaria a la hegemonía del primer poder.
Tres ángeles apocalípticos que recorren los cielos dejan de manifiesto que habrá solo dos posiciones, dos ideologías, dos bandos en esa crisis final. Por raro que resulte, el mundo estará dividido -cada religión, gobierno, tribu y nación- en dos facciones. Este combate desigual, como el de David y Goliat, zanjará de una vez por todas el asunto de la lealtad de la tierra al Dios creador del universo: ¿es leal o no? Y si en esa crisis escoges tu bando en función de los números, será la elección más fácil del mundo.
Apocalipsis 14:6-12 muestra claramente a estos tres ángeles apocalípticos presentando su aviso final a la tierra inmediatamente antes del regreso de Cristo (ver el versículo 14). Nuestro texto de hoy presenta al primer ángel dejando su estela muy en lo alto con un mensaje a toda la civilización. Y recuerda que el suyo es un mensaje identificado como “el evangelio eterno”, o sea, la buena nueva por antonomasia, que es tan antigua como el trono del Eterno. Dedicamos las reflexiones del mes de enero al ADN evangélico del incesante amor de Dios por toda la creación, por todos sus hijos. Que quede claro que, aunque la crisis inminente es de mal presagio, la pasión divina en esta advertencia final mana de un corazón ya quebrantado una vez en el Calvario. ¡Es una buena noticia para los pecadores rebeldes!
“¡Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas!” (vers. 7). No es accidente que la fraseología en sí de este grito del primer ángel a la tierra esté tomada literalmente del lenguaje en el Antiguo Testamento griego del llamamiento del cuarto mandamiento a recordar el sábado.
¿Qué significa eso para el mundo, para los elegidos? Es una prueba convincente de que el sábado, el recordatorio del Creador, estará en el centro de la crisis final. ¿Entonces? Entonces, ahora mismo, en el culto, sería un momento perfecto para reafirmar nuestra lealtad a nuestro Creador, ¿no crees?
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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