miércoles, 13 de abril de 2016

LA AVARICIA LO ELIMINÓ

Tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad. 2 Pedro 2:14, 15.

Con la desilusión escrita por toda su cara, Balaam regresó tristemente a su hogar.
Todo había salido mal. Para cuando llegó a casa, estaba tan lleno de avaricia que el Espíritu de Dios lo abandonó. Cuando eso le sucede a una persona, no hay más conciencia que lo moleste.
De pronto, a Balaam no le importó lo nada. Su mente estaba tan controlada por Satanás que estaba pensando los pensamientos del demonio.
Planeó y maquinó, hasta que finalmente lo tenía todo resuelto. Podría traer una maldición sobre Israel si tan solo podía hacerlos pecar. ¡Seducirlos a pecar! Se apresuró a regresar a Balac con su plan para atraer a los israelitas a la idolatría.
Pronto, los hombres que vivían en la periferia del campamento de los israelitas notaron algunas hermosas mujeres jóvenes que les sonreían y los saludaban a la distancia. Los hombres les devolvieron el saludo. Al día siguiente, las mujeres se acercaron un poco más. Cada vez más y más cerca hasta que, finalmente, estas atractivas jóvenes madianitas, a quienes Balaam estaba usando como agentes secretos, entraron en el campamento. Eran muy amigables y los hombres se divertían hablando con ellas.
“Vamos a tener una fiesta en el monte Peor mañana a la noche”, anunciaron las mujeres alegremente, “y están todos invitados. Hasta uno de sus propios profetas estará allí”.
Los israelitas consideraban a Balaam como un profeta de Dios y, si él estaba por ir, entonces debía de estar bien. Así que, miles se fueron a la gran fiesta. Había música, baile, bebidas y más de estas hermosas mujeres. Una vez que las cosas se pusieron en marcha y a los hombres no les importó más lo que pasaba, las muchachas los persuadieron a inclinarse a su dios Baal.
Tristemente, Díos vio que, si no hacía algo, su pueblo especial se olvidaría completamente de él y de su amistad.
Sabía que la única manera de conseguir realmente su atención era descendiendo en juicio. El resultado: 24.000 israelitas murieron. La plaga destruyó a los últimos que quedaban de los que se habían revelado en Cades-barnea.
Balaam, finalmente, tuvo éxito en maldecir a los israelitas, pero el falso profeta no vivió para disfrutar de las monedas adicionales que tenía en sus bolsillos. Murió, poco después, en una guerra con los madianitas.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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