“Será una señal permanente entre los israelitas y yo. Porque el Señor hizo el cielo y la tierra en seis días, v el día séptimo dejó de trabajar y descansó”. Éxodo 31:17, DHH
¿Te has fijado en que casi todos los aparatos que tenemos en estos días funcionan con baterías? Haz rápidamente una lista mental de todos los objetos repartidos por tu casa que tienen que ser recargados. La lista conjunta de Karen y mía incluye: nuestros iPods, los teléfonos móviles, los cepillos de dientes, linternas, cámaras, videocámaras, computadoras portátiles, PalmPilots o agendas electrónicas, máquinas de afeitar, taladros y ahora hasta automóviles. ¡La lista es casi interminable! Y, ¿hay algo más frustrante que un teléfono móvil que pite, mientras lo estás usando, para avisarte de que está perdiendo su carga rápidamente? Nuestros aeropuertos están plagados de puntos de carga de baterías (de pago, naturalmente) para garantizar que no perdamos una llamada.
He aquí, entonces, la pregunta para todos los partidarios de la alta tecnología entre ustedes: ¿Para qué sirve un cargador? Simplemente para reponer la potencia y la energía de aquello que se ha quedado sin ellas.
Y eso precisamente declara nuestro texto de hoy sobre el sábado. Es el día de la semana que “recarga” o, con el significado literal de la palabra hebrea napas, que te permite “tomar un respiro”. Cuando vuelves a casa después de correr, como hago yo cada mañana, estás sudado, apestas y, generalmente, estás agotado. Y te “recargas” reduciendo el ritmo, sentándote y recobrando el aliento.
Tal como observa James Richard Wibberding en Sabbath Reflections, la palabra napas tiene un primo, nepes, que Moisés usó para describir la creación de Adán: “y fue el hombre un ser [o alma] viviente” (Gén. 2:7). Así que cuando el sábado te “renueva”, literalmente “restaura tu alma” o “te devuelve el aliento”, es decir, “recarga” tu propio ser. ¡Qué don!
¿Qué quiero decir? Dios no nos dio un día ante el que debamos sentir pavor. Tras seis largos días de descarga de nuestras baterías emocionales, mentales, físicas y hasta espirituales, ¿no es una buena nueva que Dios ofrezca un cargador de veinticuatro horas que pueda “restaurarnos el alma” y “recargarnos”? Veinticuatro horas para reducir el ritmo, sentarse y recobrar el aliento colectivamente: el don perfecto para nuestra vida en los tiempos de la alta tecnología.
No es de extrañar que Dios declare que el sábado es “una señal perpetua” entre él y los elegidos. No es de extrañar que lo llame “delicia” (Isa. 58:13). Considerando todo eso, ¿hay alguna razón por la que no podamos llamar a este día “la fiesta de Dios”? Entonces, ¡salgamos a celebrarla con él!
Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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