“Por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Corintios 15:10, RV60).
El sueño de todo pelotero es llegar a las Grandes Ligas. Para lograrlo, se someten a una exigente rutina de ejercicios, dietas y entrenamientos. Así lo hizo Adam Gre- enberg; y después de estar en las ligas menores de los Cachorros de Chicago, lo llamaron a formar parte del equipo grande. El 5 de julio de 2005 disputó su primer partido.
Chicago jugaba contra los Marlins cuando, en la novena entrada, Greenberg salió como bateador emergente. Este era su primer turno. Por fin su sueño se había hecho realidad. Recordemos ese momento: El lanzador Valerio de los Santos se prepara; Greenberg, espera. Aquí viene el lanzamiento; es una recta a 92 millas por hora que rebota en su cabeza.
Su sueño acabó siendo una pesadilla. El pelotazo le provocó vértigo, dolores de cabeza intensos, aturdimientos, fatiga, hipersensibilidad a los estímulos y pérdida de concentración permanentes. Su carrera como beisbolista llegó a su final antes de haber comenzado, puesto que ese turno no quedó registrado como un turno oficial.
Sin embargo, siete años después, el 2 de octubre de 2012, Greenberg apareció en la caja de bateo para enfrentar a Rick Dickie. ¿Qué hizo Greenberg para volver al mejor béisbol? ¡Absolutamente nada! ¿Entonces cómo lo logró? Lo consiguió porque alguien se propuso recolectar miles de firmas para que un equipo de Grandes Ligas le diera la oportunidad de completar su sueño. Y tras haber conseguido más de veinte mil firmas, los Marlins decidieron contratarlo por un día. Greenberg volvió a la Gran Carpa no porque estuviera capacitado para jugar, sino porque hubo un grupo de hombres y mujeres que generosamente se unieron para darle otra oportunidad.
La experiencia de Greenberg me hace recordar las palabras de Charles Swindoll: “En el cielo no habrá testimonios que suenen muy espirituales y que capten la atención hacia los logros supercolosales de alguna persona. ¡Nada de eso! Todos tendrán escrito en su vida la palabra
GRACIA.
-¿Cómo llegaste aquí?
-¡Por gracia!
-¿Qué lo hizo posible?
-La gracia” (El despenar de la gracia, p. 35).
Tú y yo estaremos en el cielo, no porque estemos preparados o porque lo merezcamos, sino porque la gracia del Señor lo hizo posible. Por su amor hacia nosotros, él nos concederá otro turno. ¿Lo quieres aprovechar?
Tomado de Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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