Al diablo no le importa de qué lado del caballo te caigas, siempre que no te quedes montado en la silla. Lutero
“Si manifestamos de manera adecuada la gracia y la verdad, unos se van a sentir atraídos hacia nosotros, y otros se sentirán ofendidos por nosotros, tal como le pasó a Jesús. Cuando ofendemos a todos, es porque nos hemos puesto el manto de la verdad sin la gracia. Cuando no ofendemos a nadie, es porque le hemos echado agua a la verdad en el nombre de la gracia”*. Esta realidad nos lleva a una pregunta: ¿Cómo hacer para no ofender a nadie, especialmente la verdad de Dios? La respuesta es: hallando el equilibrio entre la gracia y la verdad.
¿Qué es la gracia? Podemos tener una vislumbre de ella en este texto de la Biblia: “Cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8). La gracia es el perdón gratuito que nos ofrece Dios, y su total aceptación de nosotros a una relación de pacto gracias al amor de Cristo y a su intercesión en nuestro favor. No hay nada que nosotros podamos hacer para obtener la salvación, “pues si se obtuviera la justicia por medio de la ley, Cristo habría muerto inútilmente” (Gál. 2:21).
Merecíamos la muerte eterna, y él nos da la vida eterna. Ahora bien, a través de la gracia, Jesús no rebaja las normas de Dios ni pasa por alto la verdad.
¿Qué es la verdad? Sin el gozo de la gracia, la verdad es apenas un montón de normas que nos pueden conducir a una actitud legalista y a un trato farisaico con los demás. Sin embargo, bien enraizada en el amor de Dios, es la protección que él ha dispuesto para conducimos a una vida santa: “Conságralos a ti mismo por medio de la verdad; tu palabra es la verdad” (Juan 17:17). Y la palabra “verdad” define a Cristo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6).
Mantente bien sentada sobre una montura que contenga dos partes igualmente importantes: 1) la convicción de que has sido salvada por la gracia de Dios, quien te llama a aceptar y amar a los demás con la misma gracia que tú has recibido; y 2) el conocimiento y la práctica de la verdad, es decir, de Cristo y de su Palabra. Dios te bendiga en tu carrera, para que llegues a la meta firmemente anclada sobre la cabalgadura cristiana.
“Conságralos a ti mismo por medio de la verdad; tu palabra es la verdad” (Juan 17:17).
* Randy Alcom, Entre la gracia y la verdad (Miami: Unilit, 2003), pp. 23, 24.
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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