En la conversión y en el reposo seréis salvos. Isaías (RV95)
John Newton (1725-1807), autor del himno más apreciado y cantado por los cristianos de raza negra, fue paradójicamente un cruel comerciante de escalos. Tras haber caído cada vez más y más bajo en el pecado y admitido que “era capaz de cualquier cosa”’, finalmente se convirtió. Entonces su vida cambió de la noche al día. A pesar de su pasado como negrero se volvió abolicionista para erradicar de Inglaterra el comercio de esclavos. John Newton ha pasado a la historia como uno de los más grandes predicadores evangélicos y como el compositor de AmazingGrace [Sublime gracia].
Saulo de Tarso (5-67 d.C.), autor de las Cartas del Nuevo Testamento más apreciadas por los cristianos de todas las épocas, paradójicamente “era tan fanático, que perseguía a los de la iglesia” (Fil. 3:6), aunque lo hiciera al servicio de un ideal. Pablo, el cruel perseguidor de cristianos, era un hombre de gran poder e influencia. “Su educación y sus prejuicios […] y el orgullo motivado por su popularidad, lo fortalecieron para rebelarse contra la voz de la conciencia. […] Se convirtió en un acérrimo opositor a las doctrinas enseñadas por los discípulos de Jesús. La actividad de Saulo en lograr que los santos hombres y mujeres fueran arrastrados a los tribunales, donde los condenaban a la cárcel y aun a la muerte por el solo hecho de creer en Jesús, llenó de tristeza y
lobreguez a la recién organizada iglesia” (Los hechos de los apóstoles, cap. 12, p. 88). Este mismo Saulo cargado de prejuicios, perseguidor y orgulloso, finalmente se convirtió y, “temblando y temeroso, dijo: ‘Señor, ¿qué quieres que yo haga?’ ” (Hech. 9:6, RV95). ¡De la noche al día! Saulo ha pasado a la historia como el gran apóstol de la iglesia cristiana.
¡Dos extraordinarias paradojas! Ambas prueban lo que tanto Newton como Pablo tan acertadamente expresaron: “En Cristo tenemos la liberación y el perdón de los pecados” (Efe. 1:7). “Sublime gracia del Señor, que a mí, pecador, salvó. Fui ciego mas hoy miro yo; perdido y él me amó”.
Tal vez nosotras también necesitamos cambiar de la noche al día; tal vez no nos hemos dejado alcanzar aún de lleno por Dios para que obre a través de nosotras milagros y cambie a través de nosotras muchas vidas. Si es así, aceptemos el perdón y la libertad que nos ofrece, y seamos por donde vayamos como la luz de la aurora.
“El camino de los justos es como la luz de un nuevo día: va en aumento hasta brillar en todo su esplendor” (Prov. 4:18).
* Robert J. Morgan, Then Sings My Soul [Cuán grande es él] (Tennessee: Thomas Nelson, 2003), p. 79.
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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