Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios. 1 Samuel 15:22.
Dios odia castigar. Es un acto extraño para él. El Señor quiere que todos lo amen y, en su misericordia, espera que la gente se vuelva a él. Pero, si se niegan absolutamente a haberlo, debe actuar. Se ve forzado a hacer esto para que el resto del mundo no se arruine a sí mismo siguiendo el ejemplo de los malvados. Esto es lo que pasó con los amalecitas.
Samuel le dijo a Saúl que había llegado la hora de destruir a los amalecitas. Dios tenía la intención de que todas las naciones vieran el final de aquellos que lo desafiaban, y que notaran cuidadosamente que los amalecitas eran destruidos por las mismas personas a quienes despreciaban. No había que dejar nada de estos fieros enemigos de Dios, ni siquiera su ganado. Su destrucción serviría para pintar un pequeño cuadro del fin del mundo. Tenía que ser una guerra conducida por orden directa de Dios. También era la prueba final de Saúl como rey.
Pero Saúl no había rendido su voluntad a Dios. Todavía quería hacer todo a su manera, y en la batalla con los amalecitas dejó sin destruir algo de lo mejor de las ovejas y los bueyes, y todo lo que era bueno.
Cuando Saúl salió al encuentro de Samuel, sabía que había sido desobediente y, además, deliberadamente le mintió al profeta.
“Yo he cumplido la palabra de Jehová” (l Samuel 15:13).
Samuel no era sordo. Podía oír el balido de las ovejas y el mugir de las vacas. “Entonces, ¿qué es todo ese ruido que oigo?”, preguntó.
“¿Oh, eso? Bueno, el pueblo dejó lo mejor para sacrificar al Señor”.
El pueblo únicamente había obedecido las órdenes de Saúl. Y, cuando Samuel preguntó puntualmente lo que había pasado, Saúl, para protegerse a sí mismo, culpó al pueblo por su propia desobediencia.
Samuel estaba molesto y entristecido por la terquedad del Rey. “Cuando eras pequeño ante tus propios ojos, ¿no fuiste hecho cabeza de las tribus de Israel y ungido como rey sobre Israel?”
“Oh, obedecí el mandato del Señor, pero el pueblo tomó del botín”.
Pero, Samuel barrió con todas sus mentiras: “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación” (vers. 22,23).
Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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