El hombre ha sido desdichado porque no ha buscado más que ser feliz. José Romano
El canal británico Channel 4 produjo en 2011 el documental “Trophy Kids” [Niños trofeo]. En él se muestra a cuatro padres que entrenan a sus hijos, desde la infancia, para que sean campeones mundiales de una especialidad deportiva. Bajo la premisa de que las superestrellas no nacen, sino que se hacen, los someten a un estricto estilo de vida: no pueden jugar con otros niños para evitar lesiones, entrenan hasta el agotamiento, reciben discursos de gran tensión emocional, etcétera. En palabras de uno de los padres: “Ganar es lo único que importa, para mí es cuestión de vida o muerte”.
Y no cabe duda… es cuestión de vida o muerte: de una vida apegada a este mundo, la cual termina en la muerte; o de una muerte a las cosas de este mundo, la cual conduce a la vida. El trofeo que realmente está en juego es la vida eterna.
Parece que muchos tenemos un desaforado afán por las riquezas y el triunfo, que nos lleva a desligarnos de Dios a la hora de planificar, como si nuestro futuro estuviera en nuestras manos. Nuestros planes son a veces egoístas. Soñamos despiertos con nuestras propias metas y, al igual que los pequeños del documental, lloramos ante los fracasos y las decepciones. Olvidamos que “la bendición del Señor es la que enriquece, y él no añade tristeza con ella” (Prov. 10:22, BLA), y que “el Señor dirige los caminos del hombre cuando se complace en su modo de vida” (Sal. 37:23, RVC).
“Ahora oigan esto, ustedes, los que dicen: ‘Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, y allí pasaremos un año haciendo negocios y ganando dinero’, ¡y ni siquiera saben lo que mañana será de su vida! Ustedes son como una neblina que aparece por un momento y en seguida desaparece. Lo que deben decir es: ‘Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello’. En cambio, ustedes insisten en hablar orgullosamente; y todo orgullo de esa clase es malo” (Sant. 4:13-16). Por increíble que parezca, Santiago estaba hablando a cristianos, ¡tal vez a ti y a mí?
Cuando le pedimos a Dios que dirija nuestra vida, hemos de estar abiertas a que nuestros planes se vayan confirmando o cambiando conforme a su voluntad. “Deja en manos de Dios todo lo que haces, y tus proyectos se harán realidad” (Prov. 16:3, TLA).
“El Señor dirige los caminos del hombre cuando se complace en su modo de vida” (Sal. 37:23, RVC).
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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