Yo soy extranjero en esta tierra. David
Contaba el famoso evangelista estadounidense Dwight L. Moody (1837-1899) que, en una ocasión, viajaba en tren de Chicago a Nueva Orleanátuando se sentaron en su mismo vagón dos mujeres que no se conocían entre sí. A lo largo del trayecto ambas entablaron conversación y, al poco tiempo de haberse conocido, habían conectado de tal manera que se sentían amigas. Cuando el tren paró en la estación en la que debía bajarse una de ellas, esta le dijo a la que continuaba viaje: “Quisiera que te quedaras aquí conmigo unos días. Me gusta mucho tu compañía”.
¿Qué crees que respondió la otra mujer? ¿Qué crees que hubieras respondido tú? Ante la mirada atenta del gran Moody, aquella viajera contestó: “Me gustaría quedarme, pero todas mis pertenencias se hallan en unas maletas que ya están en mi casa. No tengo más ropa que la que llevo puesta y, aunque es apropiada para viajar, no quisiera que nadie más me viera con ella”.*
Interesante. Parece una copia exacta del cristianismo. Estamos en este mundo de viaje, muy lejos de nuestro verdadero hogar, que es la patria celestial. Nuestro “Tesoro” ya partió para allá antes que nosotras y nos está esperando, rebosante de ropas nuevas y ofreciéndonos una vida plena. Y mientras tanto, en este caminar que es la vida efímera previa a la eterna, hemos de llevar una vestimenta de viaje; es decir, no hemos de acomodamos demasiado en el sentido material ni echar raíces profundas en este mundo. A lo largo del camino pararemos en diversas estaciones que nos tentarán a bajamos del tren que conduce a la Canaán celestial pero, con la ayuda del Espíritu Santo, hemos de mantener nuestros ojos fijos en la meta, en el “premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:14). Por eso, el apóstol Pedro dice: “Les mego, como a extranjeros de paso por este mundo, que no den lugar a los deseos humanos que luchan contra el alma” (1 Ped. 2:11).
Si te estás aferrando excesivamente a las cosas que tienes, a tu familia, a tu profesión, a tu país, a tu entorno, te invito a hacerte esta pregunta: “¿Cómo puedo adquirir una actitud de paso?” Es fundamental que tengas claro cuál es la estación final de tu viaje.
“Yo soy extranjero en esta tierra” (Sal. 119:19).
* D. L. Moody, 120 meditaciones para nutrir su espíritu y refrescar su alma (Weston, Florida: Patmos, 2011), p. 94.
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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