“Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Génesis 11:4).
Intuyo la honda desilusión de aquellos turistas que llegaron a la bellísima región italiana de la Toscana aquel 7 de enero de 1990, para visitar la conocida torre de Pisa. En esta fecha, la inclinada estructura, de 55 metros de alto, fue cerrada al público como medida de seguridad. Ya en 1964 se había solicitado ayuda para prevenir su derrumbe.
En mayo de 2008, después de la eliminación de casi setenta toneladas de tierra, los ingenieros de la torre anunciaron que se había estabilizado, de forma tal que había dejado de moverse por primera vez en su historia. Se indicó que sería estable durante, al menos, doscientos años. Después de algo más de diez años de trabajo, se volvió a permitir la entrada al público el 16 de junio de 2001.
Si de torres hablamos, en seguida nuestra mente se transporta, como presionando un link de Internet, al incidente bíblico de la Torre de Babel. En virtud de su propia ignorancia y prisioneros del miedo ante otra catástrofe natural sin precedentes, los habitantes del mundo posdiluviano desafiaron a Dios y sus promesas. El Creador dijo: “No más diluvios”. Ellos dijeron: “Hagamos una torre, por si hay otro diluvio”.
El mundo posmoderno sigue, en la actualidad, un esquema idéntico y se contrapone, en una constante pugna, con lo expresado en la Biblia. La Teoría de la Evolución, como explicación del origen del universo: las relaciones sexuales prematrimoniales, vistas de manera positiva y natural; la aceptación de la homosexualidad como un cerrado destino cósmico del que no se puede escapar; y la profusa promoción de la comida chatarra como alimento rico y sano, son solo algunos resabios “babelísticos” que solo causan tristeza y confusión.
El ser humano es experto en un arte: el arte de rendir culto a su propio yo, dejando de lado los sabios consejos divinos para nuestra felicidad.
Hoy puede ser un día histórico. No edifiques torcido. No sumes ladrillos de desconfianza en el plan divino. Construye hacia lo alto, pero mirando a Jesús. Apunta al Cielo con plena certidumbre de fe.
“Los planes de los constructores de la torre de Babel terminaron en vergüenza y derrota. El monumento de su orgullo llegó a ser el memorial de su locura. Pero los hombres siguen hoy el mismo sendero: dependen de sí mismos y rechazan la ley de Dios […]. Hay constructores de torres en nuestros días” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 115). PA
Tomado de lecturas devocionales para Jóvenes 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Por: Pablo Ale – Marcos Blanco
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