“Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, pues es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8:44).
Me desperté esta mañana con la preciosa vista de grandes y esponjosos copos de nieve al otro lado de mi ventana, cubriendo los árboles y el pasto de un blanco deslumbrante. Donde yo vivo, puede caer nieve durante días o incluso semanas, pero se derrite en menos de un día, sin dejar rastro.
La nieve puede ser engañosa. Debajo de su precioso manto blanco se encuentran los restos sin vida del verano pasado. A pesar de verse tan linda, la nieve es fría, implacable y peligrosa para la salud, para la vida; ¡oh!, y para las extremidades. Hace apenas un año, aquí cerca, en la isla Fidalgo, un pobre alcohólico local, llamado Jim, tropezó con un montón de nieve, cayó y allí mismo murió.
El aspecto engañoso de la nieve me hace pensar en las promesas de nuestro enemigo, que también pueden sonar atractivas. Pero bien sabemos que el enemigo es un mentiroso. Creer en sus promesas conduce a la agonía física, mental, y a la muerte eterna.
Alguna gente cree que las promesas de nuestro amado Padre celestial son aburridas y poco atractivas, en comparación con lo que el enemigo nos ofrece. Pero las promesas de Dios se basan en su amor, en su capacidad creadora y en lo que sabe que nos hará felices a largo plazo. Nuestro bienestar eterno y nuestra felicidad son su meta. Confiar en sus promesas implica obedecer su Ley de amor. De la confianza y la obediencia resultará una mejor salud, una vida más plena, una satisfacción permanente en él, y la vida eterna.
La Palabra de Dios declara que el Creador del universo no puede mentir. Él es la Verdad y la pureza personificadas. Sus muchas promesas incluyen el perdón de nuestros pecados: “Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos” (Isa. 1:18). Nieve que no miente. ¡Qué gran motivo de alabanza!
Amado Padre celestial, quiero elegir siempre tus promesas, sobre las mentiras del enemigo. Gracias por amarme y por querer compartir la eternidad conmigo. Gracias por darnos orientación en tu Palabra, por la promesa de la vida eterna a tu lado, con salud y gozo para siempre. En el nombre de Jesús, amén. Darlenejoan McKibbin Rhine
Tomado de lecturas devocionales para Damas 2017
VIVIR EN SU AMOR
Por: Carolyn Rathbun Sutton – Ardis Dick Stenbakken
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