miércoles, 25 de enero de 2017

EL GRAN EDUCADOR

«Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia». Proverbios 3: 5

La Biblia presenta la verdad con tal sencillez y tal adaptación a las necesidades y deseos del corazón humano, que ha asombrado y maravillado a las mentes mejores dotadas, y al mismo tiempo ha explicado el camino de la vida al humilde e ignorante. «El que ande por este camino, por torpe que sea, no se extraviará» (Isa. 35: 8). Ni aun un niño tiene que errar en el camino. Ningún estudiante humilde tiene por qué extraviarse del camino de la luz pura y santa. Sin embargo, las verdades expuestas con gran sencillez encierran temas excelsos, de vasto alcance, infinitamente superiores a nuestra capacidad de comprensión, misterios que son el cobijo de su gloria, misterios que sobrepasan nuestra capacidad de investigación, pero que inspiran fe y reverencia al sincero buscador de la verdad. Cuanto más escudriñamos la Biblia, tanto más profunda es nuestra convicción de que es la Palabra del Dios viviente, y la razón humana se inclina ante la majestad de la revelación divina. El Señor quiere que las verdades de su Palabra sean conocidas por el escudriñador diligente. Aunque «las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios», «las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos». (Deut. 29: 29). La idea de que ciertas secciones de la Biblia no pueden ser entendidas, ha inducido a descuidar algunas de sus verdades más fundamentales. Es necesario recalcar contantemente el hecho de que los misterios de la Biblia no están ahí porque Dios haya tratado de ocultarnos la verdad, sino porque nuestra debilidad e ignorancia nos hacen incapaces de comprender o asimilar la verdad. El límite no lo ha fijado Dios, sino nuestra capacidad. El Señor desea que comprendamos tanto como lo permita nuestro intelecto, precisamente aquellas partes de las Escrituras que a menudo se pasan por alto por haber sido consideradas como imposibles de comprender. «Toda la Escritura es inspirada por Dios […], a fin de que el hombre de Dios sea […] enteramente preparado para toda buena obra» (2 Tim. 3:16-17).
Es imposible para cualquiera de nosotros abarcar completamente siquiera una verdad o una promesa de la Biblia. Uno comprende la gloria desde un punto de vista, otro desde otro, y sin embargo, solamente podemos percibir destellos. La plenitud del brillo está fuera del alcance de nuestra limitada visión.
Al contemplar las grandes verdades de la Palabra de Dios, observamos una fuente que se amplía y profundiza bajo nuestra mirada. Su amplitud y profundidad sobrepasa nuestro entendimiento. Al mirar, la visión se expande; contemplamos extendido delante de nosotros un mar sin límites.— La educación, cap. 18, pp. 154-155.

Tomado de lecturas devocionales para Adultos 2017
DE VUELTA AL HOGAR
Por: Elena G. de White
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