jueves, 26 de enero de 2017

LA CIENCIA DE LA SALVACIÓN

«Dios es para nosotros un Dios de salvación». Salmo 68: 20, BA

Este es el tesoro que se encuentra en las Escrituras. La Biblia es el gran libro de texto de Dios, el Gran Educador. El fundamento de toda ciencia verdadera se halla en la Biblia. Por medio del estudio de la Biblia podemos aprender de todas y cada una de las ramas del conocimiento. Y por si esto fuera poco contiene también la ciencia de todas las ciencias, la ciencia de la salvación. La Biblia es la mina donde se hallan las riquezas inagotables de Cristo.
La verdadera educación superior se obtiene estudiando y obedeciendo la Palabra de Dios. Pero cuando la Biblia se deja de lado en beneficio de libros que no conducen a Dios y al reino de los cielos, la educación que se adquiere es una perversión de ese nombre.
Hay en la naturaleza verdades asombrosas. La tierra, el mar y el cielo están llenos de verdad. Son nuestros maestros. La naturaleza hace oír su voz en lecciones de sabiduría celestial y verdad eterna. Pero la humanidad caída no presta atención a esta voz. El pecado ha nublado la visión del ser humano, y por sí mismo no puede comprender la naturaleza sin colocarla por encima de Dios. Las lecciones que nuestro entorno nos presenta no pueden impresionar la mente de aquellos que rechazan la Palabra de Dios. La enseñanza de la naturaleza se halla tan pervertida por ellos que aparta la mente del Creador.
Muchos enseñan que la sabiduría humana es superior a la del divino Maestro, y se considera al Libro de texto de Dios aburrido, anticuado, obsoleto. Pero quienes han sido transformados por el Espíritu Santo no lo consideran así. Ellos ven el tesoro invaluable de la Palabra, y lo venderían todo para comprar el campo que lo contiene [ver Mat. 13: 44 ]. En vez de los libros que contienen las conjeturas de los autores de renombre, eligen la Palabra de Aquel que es el mayor autor y el mayor maestro que jamás haya conocido; que dio su vida por nosotros, a fin de que por su medio tengamos vida eterna. […]
Cristo es la verdad. Sus palabras son verdad, y tienen un significado más profundo del que aparentan tener en la superficie. Todos los dichos de Cristo tienen un significado que va más allá de su modesta apariencia. Las mentes que han sido transformadas por el Espíritu Santo discernirán el valor de esos dichos. Hallarán las preciosas gemas de verdad, aun cuando sean tesoros escondidos.— Palabras de vida del gran Maestro, cap. 8, pp. 79-81.

Tomado de lecturas devocionales para Adultos 2017
DE VUELTA AL HOGAR
Por: Elena G. de White
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