«Ya ti te daré las llaves del reino de los cielos». Mateo 16: 19
Jesús también dijo al apóstol: «Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla» (Mat. 16: 18, DHH). La palabra «Pedro» significa «piedra», «canto rodado». Pedro no era la roca sobre la cual se fundaría la iglesia. Las puertas «del reino de la muerte» (NVI) lo vencieron cuando negó a su Señor con maldiciones y juramentos (ver Mateo 26: 74). La iglesia fue edificada sobre Aquel contra quien las puertas del reino de la muerte no podían prevalecer. […]
«Sobre esta roca —dijo Jesús—, edificaré mi iglesia» (Mat. 16:18). En la presencia de Dios y de todos los seres celestiales, en la presencia del ejército invisible del infierno, Cristo fundó su iglesia sobre la Roca viva. Esa Roca es él mismo: su propio cuerpo quebrantado y herido por nosotros. Contra la iglesia edificada sobre ese fundamento, no prevalecerán las puertas «del reino de la muerte».
Cuán débil parecía la iglesia cuando Cristo pronunció estas palabras. Se componía apenas de un puñado de creyentes contra quienes se dirigía todo el poder de los demonios y de los malvados; sin embargo, los discípulos de Cristo no debían temer. Edificados sobre la Roca de su fortaleza, no podían ser derribados.
Durante seis mil años la fe ha edificado sobre Cristo. Durante seis mil años, las tempestades y los embates de la ira satánica han azotado la Roca de nuestra salvación; pero ella sigue inconmovible. Pedro había expresado la verdad que es el fundamento de la fe de la iglesia, y Jesús le honró como representante de todo el cuerpo de los creyentes. Dijo: «A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra habrá sido atado en el cielo, y lo que desates en la tierra habrá sido desatado en los cielos» (Mat. 16:19, RVA15).
«Las llaves del reino de los cielos» son las palabras de Cristo. Todas las palabras de la Santa Escritura son suyas y están incluidas en esa frase. Esas palabras tienen poder para abrir y cerrar el cielo. Declaran las condiciones bajo las cuales los seres humanos son aceptados o rechazados. Así la obra de aquellos que predican la Palabra de Dios tiene sabor de vida para vida o de muerte para muerte. La suya es una misión cargada de resultados eternos.— El Deseado de todas las gentes, cap. 45, pp. 388-389.
Tomado de lecturas devocionales para Adultos 2017
DE VUELTA AL HOGAR
Por: Elena G. de White
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