“Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría” (Sal. 30:5).
Normalmente, cuando vemos una señal de precaución porque nos estamos acercando a una carretera estrecha, apretamos los dientes. Esa señal nos indica que el tráfico se volverá más lento y que la vía es más peligrosa. Inmediatamente reducimos la velocidad… y nos llenamos de paciencia. ¡Cómo deseamos que pase pronto! Queremos que la carretera vuelva a sus condiciones óptimas lo antes posible.
Espiritualmente hablando, ¿no nos ponemos, acaso, impacientes por lo que a veces llamamos “carreteras estrechas” en nuestro viaje por la vida? Todas esas adversidades que nos irritan, las contrariedades que nos hacen preguntarnos: “¿Por qué a mí…?” Y queremos gritar: “¿Cuándo pasarán estas estrecheces?” “¿Cuándo volverán nuestras carreteras a estar en óptimas condiciones?” Queremos disfrutar de un paso fácil y agradable por la vida, olvidando que las estrecheces forman parte de la experiencia que conduce al refinamiento de nuestro carácter.
El Espíritu Santo está constantemente trabajando en nuestros caracteres, creando nuevas vías para nuestro crecimiento. A nosotras nos pesa cuando el camino se estrecha, cuando la carretera se pone pesada, cuando hemos de ejercitar la paciencia hasta que pasen los malos tiempos; pero todo eso lo utiliza el Señor para refinarnos. Por eso, estoy muy agradecida con Dios por los “apretados” momentos que a veces nos toca vivir. Esas pruebas candentes de nuestra fe nos llevan a los pies de la cruz.
Por eso, porque me conducen a los pies de la cruz, no solo estoy dispuesta a tolerar las carreteras estrechas de mi ciudad, sino además puedo ver lo positivo que aportan a mi vida, a pesar de que mientras duran lo paso mal. Mientras atravieso la carretera estrecha, sé que en cuanto pase el mal tramo, es decir, con el tiempo, voy a disfrutar de un buen trayecto.
Señor, dame la paciencia para saber esperar cuando estoy atravesando por alguna carretera estrecha. Permíteme recordar que todo sucede porque tú estás trabajando en mi vida, y que la obra que tú realizas en mi corazón está lejos de terminarse. Ayúdame a confiar en que tú estás liderando el proceso, aunque el camino sea doloroso. Ayúdame a recordar que después de las noches oscuras, la alegría vendrá en la mañana.
Annette Walwyn Michael
Tomado de lecturas devocionales para Damas 2017
VIVIR EN SU AMOR
Por: Carolyn Rathbun Sutton – Ardis Dick Stenbakken
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