“¿Qué hombre de
vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa
y nueve en el desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?” (Lucas
15:4).
El más fuerte
instinto de las ovejas es el de congregación. A pesar de las diferencias entre
razas, todas tienen un marcado arraigo al rebaño. Y aun cuando pazcan
esparcidas en momentos de tranquilidad, se reagruparán rápidamente ante
cualquier signo de peligro que puedan percibir. De hecho, no necesitan
cerciorarse del peligro; el movimiento de otras ovejas es suficiente para
reproducir la conducta.
En la población
turca de Gevas, al este del país, unas 1.500 ovejas se abalanzaron sobre un
acantilado de 15 m de profundidad porque una de ellas saltó primero. Al final,
murieron unas 450 y las demás pudieron salvar la vida por la amortiguación
producida por los cuerpos de las primeras. Se trata de animales sin iniciativa
propia, seguidoras por naturaleza de otras más sabias (como la madre, una oveja
de más edad o un carnero), pero que también pueden seguir por instinto a
cualquier congénere que inicie un movimiento rápido.
Las ovejas
necesitan tanto la presencia del grupo que los expertos en conducta animal
recomiendan no tener menos de cinco ovejas en una grey para contar con un nivel
aceptable de estrés. En soledad o grupo muy reducido, no cuentan con suficientes
compañeras en su ángulo de visión y el estrés puede afectar su salud.
Sin embargo,
estas características resultan beneficiosas para el manejo del rebaño. Su
naturaleza pacífica y dócil y su deseo de permanecer juntas hacen que hasta un
niño con un perro adiestrado puedan pastorear un gran rebaño. El problema es
cuando una de ellas se extravía o se aparta por sentirse enferma y acaba
perdida. Sin la presencia del pastor o del grupo, el temor y el terror la
sobrecogen, el miedo la paraliza y queda expuesta a todo tipo de peligros hasta
ser identificada y devuelta a la seguridad de la grey.
En este contexto
entendemos el magnífico relato del texto de hoy. Tal vez hayas experimentado la
sensación de estar perdido y amedrantado, o te hayas sentido con la autoestima
por los suelos. El temor o la duda han tomado tu ser de modo que hasta las
decisiones simples parecen dificilísimas. ¡Cuánta paz encontrarás en saber que
Jesús, el Buen Pastor (Juan 10:11), está dispuesto a dedicar toda su atención y
su poder para devolverte la tranquilidad! Invítalo hoy para que te recoja, te
conduzca a la situación óptima y permanezca constantemente a tu lado.
DEVOCIÓN MATUTINA
PARA ADULTOS 2020
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020
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