«Un corazón alegre le hace bien al rostro, pero las penas del corazón abaten el ánimo» (Proverbios 15:13).
Roberto Benigni (1952) produjo en 1997 una de las películas más aleccionadoras que he visto: La vida es bella. La historia está basada en el libro Al final derroté a Hitler, de Rubino Romeo Salmoni, y cuenta la vida de Guido Orefice, un hombre de origen judío que vive en los tiempos previos a la Segunda Guerra Mundial. Él no sabe de política ni de conflictos internacionales. En realidad, es un tipo demasiado sencillo que vive enamorado de Dora, su mujer, y disfruta mucho la presencia de su hijo. Sin embargo, la mancha nazi llega hasta Italia y, un día, tanto a él como a su hijo los llevan al campo de concentración. Su mujer, que no es de origen judío, se niega a dejarlos partir solos a ese lugar, así que obliga a los soldados a llevarla con ellos. Al llegar al lugar designado, la realidad rebasa cualquier imaginación previa: tortura, sufrimiento, abuso, genocidio, trabajos forzados y destrucción. ¿Qué hacer? ¿Abandonarse a la depresión y a la desesperanza? No. El protagonista de la historia toma otro camino.
La realidad no se puede cambiar, así que el padre del pequeño termina por aceptar lo que está ocurriendo. No obstante, trata de evitar que su hijo asimile todo el sufrimiento en el que se mueve, así que se esfuerza por hacerlo feliz cada día y le hace creer que, en realidad, todo es un juego: los soldados nazis pertenecen a un equipo y ellos a otro; si ganan, obtendrán un tanque de guerra. El niño cree las palabras de su padre, y este logra su objetivo: el pequeño no se da cuenta de que está en uno de los lugares más peligrosos del mundo. Más bien, disfruta el momento jugando con su padre, ante la mirada atónita de los prisioneros. Lamentablemente, el padre es asesinado justo antes de que un comando de las fuerzas aliadas tome el campo de concentración. El legado del padre a su hijo fue aprender a ser feliz aunque las circunstancias sean adversas, porque a pesar de todo, ¡la vida es bella!
¿Qué te parece? ¿Crees que tu vida es bella? ¿O tienes mil problemas que te han hecho creer que tu vida es un infierno? Por muy mal que te vaya, seguramente no estás en un campo de concentración condenado a trabajos forzados. ¡Cambia esa cara! Sonríe! La vida es bella. ¡Compruébalo! Todo depende de tu actitud.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2020
UNA NUEVA VERSIÓN DE TI
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2020
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