Joás, el futuro
rey de Judá, perdió a su padre (Ocozías) cuando apenas era un bebé. Al poco
tiempo, una revuelta política organizada por su propia abuela, la malvada
Atalía, acabó con la descendencia real; él salvó la vida gracias a la
intervención de su nodriza, quien lo escondió durante seis años en el templo.
Su infancia transcurrió entre las tragedias, las amenazas de muerte y la falta
de sus padres. ¿Qué iba a ser de un niño en semejantes condiciones de vida? La
Biblia dice que durante todo ese tiempo, Joás recibió el afecto y la
instrucción del sacerdote Joiada. Años después, el régimen de Atalía fue
derrocado y Joás, con apenas siete años de edad, ascendió al trono, donde
permanecería cuarenta años. El chico no se concentró en sus problemas ni se
abandonó a la autocom- pasión ni se llenó de odio contra los que habían enlutado
su infancia. Más bien, logró vivir a la altura de los desafíos que la vida le
presentó y sacó adelante a su pueblo en medio de condiciones muy complicadas.
Al final de su vida, el registro bíblico dice que él “hizo lo recto a los ojos
del Señor” (2 Crónicas 24:2).
Más de una vez he
visto jóvenes de ambos sexos marcados por la desgracia. Ya sea por la muerte de
sus padres, el lastre de alguna enfermedad que los acosa desde pequeños o la
falta de recursos económicos, les toca vivir situaciones dramáticas que los
obligan a madurar a muy temprana edad. ¿Qué hacer en estos casos? ¿Buscar
explicaciones? ¿Reclamar al Padre celestial por haber permitido que vinieran a
este mundo marcados por la tragedia? ¿Vivir para despertar la lástima de los
demás contando nuestras desgracias una y otra vez? Ese es un camino, pero no es
el único. También podemos asumir una actitud distinta, como hizo Joás, quien
aceptó la orientación del sacerdote Joiada y se preparó para gobernar
dignamente a su pueblo.
Todos tenemos
condiciones adversas en este mundo. Solo Dios sabe por qué ha permitido que las
padezcamos. Lo cierto es que, cualquiera que sea la dificultad que nos golpea,
el Señor nos ha dado la facultad de superarla:
“Pero Dios es fiel, y no permitirá que
vosotros seáis tentados más allá de lo que podáis aguantar” (1 Corintios 10:13,
CST).
No te concentres
en tus debilidades. Mejor acércate a Dios y pídele que te ayude a cumplir la
misión para la que te ha traído a este mundo.
DEVOCIÓN MATUTINA
PARA JÓVENES 2020
UNA NUEVA VERSIÓN
DE TI
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2020
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