Procuren vivir tranquilos y ocupados en sus propios asuntos» (1 Tesa. 4: 11).
A Hany acababan de regalarle un helicóptero de juguete con mando a distancia. ¡Qué ilusión tan grande le hacía el regalo que le había hecho su papá! Estaba con el control en las manos para hacer volar aquel aparato en las alturas cuando escuchó: «¿Listo, Hany?». “¡¡¡Listo!!! respondió. Qué desilusión se llevó cuando el helicóptero no levantó vuelo. Por fuera se veía perfecto, pero algo en su interior no funcionaba bien. ¿Qué sería? Papá lo abrió y comprobó entonces que no tenía baterías. Eso mismo nos sucede a nosotras a menudo: por fuera, se nos ve radiantes; por dentro, nos hemos quedado sin baterías. Demasiadas preocupaciones, frustraciones y emociones acumuladas en nuestro interior que nos dejan sin baterías espirituales. Así es imposible volar.
Cuando nos encontramos inmersas en las preocupaciones familiares y económicas, las insatisfacciones con el trabajo o la iglesia y determinados recuerdos dolorosos, perdemos la alegría de ser cristianas. Nos descargamos espiritualmente. Las emociones nos persiguen como fantasmas en la oscura habitación interior de nuestros pensamientos, y se vuelve difícil practicar una religión alegre. Si te sientes así, es hora de repostar. ¿Cómo? No existe una fórmula exacta que se aplique a todas por igual. Si echamos un vistazo a algunos personajes de la Biblia podemos tomarlos como referencia para nuestro caso personal.
Por ejemplo, María, «llorando, se puso junto a los pies de Jesús y comenzó a bañarlos con lágrimas. Luego los secó con sus cabellos, los besó y derramó sobre ellos el perfume» (Luce 7: 38). Las heridas de la vida habían hecho mella en el ánimo de esta mujer, que encontró su libertad en Jesús y renovó sus energías espirituales entregándose a él. Pedro «subió a orar a la azotea de la casa» (Hech. 10: 9), porque hablando con Dios a solas en oración era como recargaba las baterías para continuar con la difícil misión que el Señor le había encomendado. Nicodemo, «que era un hombre importante entre los judíos, fue de noche a visitar a Jesús» (Juan 3: 1-2) para hacerle las preguntas que turbaban su paz. En las respuestas del Maestro encontró aliento.
Así como no se puede disfrutar un juguete que no tiene baterías, no podemos disfrutar la vida, las relaciones humanas ni la religión si no estamos espiritualmente cargadas. Entrégate a Jesús, ora, encuentra en la Biblia las respuestas a tus preguntas. Y no olvides hacer todo esto cada mañana. No salgas de tu casa vacía, porque eso te impedirá volar.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020
UN DÍA A LA VEZ
Patricia Muñoz Bertozzi
Lecturas Devocionales para Mujeres 2020.
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