“No mires a su parecer, ni a lo grande de su
estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre,
pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el
corazón” (1 Samuel 16:7).
Se cuenta que un
día del año 1808 un hombre deambulaba deprimido por las calles de Mánchester.
Al ver un letrero de consulta médica, decidió entrar para intentar curar su
desánimo. Explicó al facultativo que estaba lleno de temor y terror sin saber
por qué. También contaba con síntomas melancólicos que le impedían gozar de la
vida. El médico le dijo:
—Su dolencia no
es mortal. Usted necesita reír y encontrar satisfacción en las cosas simples de
la vida.
—¿Y qué hago,
doctor? -preguntó el paciente.
El médico le
aconsejó:
—Más que
medicamentos, lo que usted necesita es que alguien le alegre la vida. Vaya esta
noche a la función del payaso Grimaldi. Dicen que es el hombre más gracioso del
mundo. El lo curará.
La réplica del
enfermo fue sorprendente:
—No bromee,
doctor: ¡Yo soy Grimaldi!
Joseph Grimaldi
(1778-1837) fue un actor de origen italiano nacido en Londres en el seno de una
familia de cómicos. El público lo conocía por el seudónimo Joey. Tan relevante
fue su papel de humorista y payaso que los espectadores de la época, para
designar a cualquier arlequín, utilizaban el nombre Joey. Durante una etapa de
su vida sufrió altibajos en su estado de ánimo. Sin embargo, su apariencia
externa era la de un hombre feliz y jocoso.
Nuestra fachada
exterior ofrece una apariencia que no siempre corresponde a la realidad
interior. Pero Dios conoce la verdadera esencia de nuestro ser, nuestro
potencial y nuestro carácter. El versículo de hoy lo deja claro: el profeta
Samuel tenía que ungir al futuro rey de Israel y puso sus ojos en un joven
apuesto y de buena estatura (1 Sam. 16:6). Pero Dios tuvo que recordarle que no
mirara a “su parecer ni a lo grande de su estatura”. Aun las personas de
carácter más impecable, como el profeta Samuel, no son capaces de juzgar lo que
hay dentro de los demás.
Nuestra
autoestima se forma fundamentalmente por lo que nos dicen los demás y cómo se
comportan frente a nosotros. Pero su juicio puede ser erróneo, pues está basado
en observaciones puramente exteriores.
Procura hoy
ponerte en manos del Señor para que él te perfeccione y te otorgue “un espíritu
afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 Ped. 3:4, énfasis
añadido).
DEVOCIÓN MATUTINA
PARA ADULTOS 2020
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020
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