Roca quemada era nuestro destino final. Allí se encontraba la iglesia central de Kararkicha, en el pueblo de Shikiari, donde se reunían un grupo de adventistas recién bautizados. Nuestra llegada fue triunfal. El altiplano estaba bañado por la luna llena y guitarras, güiros hechos de juncos y sonidos de tambores nos daban la bienvenida. Era la forma en que los cabecares alababan al Eterno. Nos unimos a sus cantos, en nuestro idioma, hasta casi la medianoche.
Era tanto nuestro cansancio que pudimos dormir en el suelo. El sol y los pájaros despertaron nuestros sentidos con el nuevo amanecer. El médico y las enfermeras de nuestro equipo misionero comenzaron a atender a las más de cien personas que se agolpaban aquella mañana en la consulta. Además les dimos de comer y algo de ropa que habíamos llevado para ellos. Por las noches celebrábamos una campaña de evangelización. Varias almas se entregaron a Jesús y se bautizaron en una hermosa quebrada cercana a nuestro campamento. Yo sentí que estábamos haciendo exactamente lo que dice la Biblia: sanar a los enfermos a la par que les anunciábamos el reino de Dios.
En Romanos 15: 20, Pablo afirma que «siempre procuró anunciar el evangelio donde nunca antes se había oído hablar de Cristo», y eso era exactamente lo que estábamos haciendo nosotros en aquellas zonas montañosas de Costa Rica. Qué maravilla sentir que Dios nos envía a hablar de su amor a quienes aún no lo conocen, y a ayudarlos a gozar de un mejor estilo de vida. Participar de esto es una gran bendición.
El mandato de servir a Dios y al prójimo sigue siendo la razón de vivir del cristiano y su mayor desafío diario. Claro que no hace falta irse a montañas lejanas para hacerlo; lo que hace falta es buscar maneras prácticas en las que podemos marcar la diferencia en la vida de las personas que nos rodean, para llevarlos al Salvador. Menos hablar; más hacer. Hacer cosas como planchar, limpiar o cocinar para alguien que está pasando una etapa difícil; ayudar a alguna joven que tiene problemas de rendimiento escolar; sacar del armario todo aquello que no usamos para darlo a quien sí lo usaría; ser mentora de alguien joven para ayudarlo a crecer en la fe; comenzar estudios bíblicos en casa... Busca las maneras y pasa a la acción. Porque él es quien te envía.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020
UN DÍA A LA VEZ
Patricia Muñoz Bertozzi
Lecturas Devocionales para Mujeres 2020.
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