-Ayer dejamos el relato cuando el pueblo estaba desanimado por el informe de los espías -empezó hablando en el culto la mamá-. Algunos dijeron que iban a nombrar un líder para regresar a Egipto.
¿Se imaginan? ¡Habían visto tantos milagros que Dios había hecho a favor de ellos y todavía dudaban de su poder!
—¡Pobre Moisés! ¡Qué difícil habrá sido ser su líder! -exclamó Susana.
-Caleb y Josué trataban de animar al pueblo —dijo la mamá—, pues estaban seguros de que Dios los ayudaría a conquistar Canaán. Pero el pueblo se enojó contra ellos y tomaron piedras para apedrearlos. Sin embargo, Dios no permitió que lo hicieran. Moisés entró en el santuario y Dios dijo que debían regresar rumbo al mar Rojo. El pueblo, entre sus quejas, había dicho que ojalá murieran en el desierto, y Dios les respondió que allí morirían. Solo las personas menores de veinte años entrarían en la tierra prometida; para los demás, el desierto sería su sepulcro, con excepción de Caleb y Josué, que habían sido fieles. Cuarenta días los espías habían recorrido el país, cuarenta años permanecería Israel en el desierto. Los diez espías murieron fulminantemente y el pueblo se puso de luto. Sabían que habían pecado, pero no quisieron acatar la orden de regresar y decidieron conquistar la tierra sin la compañía del arca ni de Dios. Tristemente fueron derrotados, muchos murieron y después fue más difícil conquistar Canaán, todo porque dudaron que Dios podía entregarles la tierra con su poder.
Tu oración: Querido Dios, ayúdame a no ser rebelde a tus indicaciones, a escuchar tu voz y a obedecerla.
¿Sabías qué?
Satanás estaba en medio del pueblo haciendo que se quejaran contra Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario