miércoles, 17 de agosto de 2011

LOS CAMBIOS QUE TRANSFORMAN

¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se angustie, añadir a su estatura un codo? (Mateo 6:27).

El cuerpo humano es una compleja maquinaria que depende de la gracia divina para su funcionamiento. Ayer estudiábamos la importancia de las cosas pequeñas y la actitud que debemos tener ante ellas, y hoy nos recrearemos en las lecciones que Dios nos da a través de nuestro cuerpo.
¿Sabías que para doblar el brazo necesitas utilizar un músculo llamado bíceps? El bíceps está unido a dos huesos: por arriba, al omóplato y por abajo, al radio. Cuando este músculo se contrae tira del radio y la articulación del codo se dobla, haciendo que el antebrazo también se doble sobre el brazo. Pero el bíceps no es capaz de hacer que el brazo vuelva a su posición inicial, para ello necesita ayuda de otro músculo, el tríceps. Así, cuando el bíceps se contrae, el músculo tríceps se relaja y el brazo se dobla. Cuando el brazo se estira, el tríceps se contrae, y el bíceps se relaja.
Del funcionamiento de estos dos músculos podemos aprender hoy tres lecciones:
  1. Para obtener los resultados deseados hace falta algo más que la voluntad. Si deseamos hacer el bien pero carecemos de los frutos del Espíritu, la orden no se puede cumplir.
  2. Tiene que haber un engranaje perfecto entre ambos músculos. Para que las relaciones interpersonales funcionen, tienen que estar bien engranadas.
  3. No podemos hacer las cosas por nosotras mismas. Necesitamos la ayuda divina para lograr que todos los ámbitos de nuestra vida marchen correctamente.
El texto de hoy nos recuerda que aunque contamos con un cuerpo, no tenemos autoridad sobre él. Tal vez la cosmética o la cirugía plástica, que han avanzado tanto, quieran hacernos creer que podemos decidir sobre nuestro cuerpo, pero lo cierto es que no es así, y si en alguna medida podemos intervenir sobre él es sólo en la apariencia.
Hoy tenemos una buena oportunidad para recrearnos en la maravillosa obra que Dios produce en nuestro interior. Así como nuestros músculos funcionan colectivamente, debes sintonizar tu frecuencia muscular con la divina para que tu maquinaria sea feliz.
No puedes cambiar tu exterior, pero Cristo puede transformar tu interior.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EL PACTO CON DIOS

Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. Galatas 3:15.

¿Sabes lo que es hacer un pacto? Un pacto es un acuerdo entre dos o más personas, en el cual cada una de ellas se compromete a cumplir con lo acordado. El caso de Ana, la esposa de Elcana, es un fiel reflejo de lo que es hacer un pacto con Dios.
Repasemos la historia. Ana no podía tener hijos, y esa situación la estaba martirizando. Como humanamente no encontraba una solución a su problema, decidió hacer un pacto con Dios. Elevó una hermosa oración e hizo un pacto con el Señor del siguiente modo: "Jehová de los ejércitos, si te dignar.es mirar la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida" (1 Sam. 1:11).
En este caso, el acuerdo era sencillo: si Dios le daba un hijo a esta mujer, ella respondería dedicándoselo de por vida. Ana nunca hubiera podido dedicarle un hijo al Señor sin haberlo tenido; por eso, en un pacto, la persona no da para recibir (eso sería dar por conveniencia), sino que da porque recibió. En este caso, el Dios de los cielos se apiadó de esta mujer estéril y le permitió ser la madre de Samuel. Ana, en cumplimiento de lo pactado, después que dejó de amamantarlo, llevó a Samuel al santuario a vivir con el sacerdote Eli.
Actualmente, en muchas iglesias adventistas se continúa la costumbre de pactar con el Señor. Todavía recuerdo el pacto grupal que elevamos los miembros de una congregación para tener los fondos necesarios para edificar el templo. El pacto era: si Dios nos daba salud y trabajo, dedicaríamos un porcentaje de nuestras finanzas personales para la construcción del templo.
Es necesario recordar que este tipo de pacto es algo muy serio, pues aunque no haya un acuerdo escrito con las firmas respectivas de ambas partes, este acuerdo tiene la misma validez, porque es con Dios. Si él cumple, nosotros debemos cumplir.
También tú puedes pactar con el Señor y tomar medidas serias para cumplir tu parte. En este aspecto no hay límites, todo puede entrar dentro del acuerdo realizado: salud, trabajo, paz familiar, dinero, tiempo dedicado al servicio de Dios o de tus semejantes, etc. Pero una vez que Dios cumpla y te dé lo que buscabas, no dejes de realizar tu parte.
Ana recibió lo que tanto añoraba a través de una oración y un pacto, y tú también puedes recibirlo si recurres a Dios con humildad.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

PREDESTINADOS

En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad. Efesios 1:5.

Mirna se detiene frente a un negocio donde venden loterías. Observa cómo la gente compra; capta el brillo de expectativa en los ojos de esas personas. Quiere entrar y comprar, porque el premio de esa semana es de varios millones. "Ojalá tenga suerte", piensa, y entra.
Muchas personas, como Mirna, creen que las cosas suceden por golpes de suerte. Por ejemplo, una coincidencia que surge en el exacto momento que se la necesita; una persona que se conoce en el momento justo; elementos sueltos que de pronto se organizan para resolver un problema, en fin...
A fin de cuentas, ¿qué es la suerte? Algunos piensan que los fenómenos de la vida ocurren por azar, es decir, que nos puede suceder cualquier cosa sin ningún propósito; un cambio radical en la vida, pero ajeno a nuestra voluntad.
Hay otros que creen que existe un destino predeterminado, y que la vida se orienta hacia el cumplimiento de ese destino, sobre el cual no tenemos control.
Bueno, creer en la suerte o en el destino hace que las personas se sientan libres de sus responsabilidades y culpen a infortunadas circunstancias, o al destino, de las dificultades que aparecen por ahí.
Pero, si tú revisas la vida de la gente victoriosa, vas a notar que, aunque muchas de ellas encontraron coincidencias extraordinarias, no alcanzaron el éxito solo por esas coincidencias, sino por el trabajo denodado, el optimismo y la fuerza de voluntad que pusieron en lo que hacían.
Lo que determina la victoria o la derrota, el éxito o el fracaso, no es la suerte ni el destino, sino la confianza en Dios y el trabajo. El versículo de hoy afirma que fuimos predestinados para ser hijos de Dios; eso no significa que aunque no quieras vas a terminar siéndolo. Existen muchos otros textos que declaran, con claridad, que la voluntad humana es soberana; Dios la respeta. Por ejemplo, en Juan 3:16 no se dice que todos tendrán vida eterna, sino solo aquellos que creen.
Sal hoy a cumplir tus deberes, seguro de que Dios tiene un plan maravilloso predestinado para tu vida. Pero, que ese proyecto solo se cumplirá si tú aceptas la promesa divina y confías en ella. "En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

martes, 16 de agosto de 2011

COSAS PEQUEÑAS

Vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos. (Éxodo 19:5).

En el año 1576 Martin Frobisher tomó en sus manos una de las tantas piedras negras y lisas que tenía debajo de sus pies y, pensando que podría ser de algún valor, la llevó a Inglaterra. La brillante piedra ocasionó un alboroto en el que se vio involucrada la misma reina Isabel I, quien adquirió acciones de una compañía que enviaba a Martin para que trajera un enorme cargamento de aquellas piedras. Dicha compañía envió a Frobisher a una nueva expedición comercial con una flota de quince barcos, los cuales regresaron con un enorme cargamento del que se pensaba era «un trozo de mineral de oro». Pero entonces recibió la decepcionante noticia de que las piedras no tenían ningún valor y que debían desechar toda la carga.
¿Te has lanzado alguna vez al mundo del descubrimiento? Nunca podré olvidar cuando mis hijos descubrieron sus pequeños pies y los dedos de sus manos. Resultaba muy gracioso observarlos mirando fijamente lo que siempre habían tenido, pero que hasta aquel momento no habían podido apreciar. ¿No crees que los adultos a veces descubrimos cosas que siempre hemos disfrutado pero que nunca habíamos valorado?
La sonrisa, por ejemplo, que no cuesta nada y es de tanto valor. Una mirada amable, un acto cortés, una melodía entonada con gratitud, unas manos laboriosas, un desayuno sencillo pero preparado con amor, un «te quiero» expresado por uno de tus hijos o las palabras mágicas «te amo» que tu pareja te susurra al oído.
Las cosas pequeñas de la vida a veces permanecen ocultas por falta de alguien que se atreva a descubrirlas. Si dedicáramos más tiempo a ellas descubriríamos cosas asombrosas, así como lo hizo Abrahán Werner, doscientos años después del suceso de las piedras negras. Este geólogo alemán descubrió que aquellas piedrecitas eran grafito, un preciado mineral que permitía una amplia diversidad de usos.
¿Crees que puedes ser una de esas mujeres que se dedican a encontrar las cosas lindas que Dios espera que descubramos? Sé esa piedrecita que, en manos del Creador, se convierte en un mágico tesoro. Cultiva y recréate en las cosas lindas de la vida. Filas esperan por ti.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

FIDELIDAD POR CONVENIENCIA

Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 2 Corintios 9:7.

Marcelo había terminado la educación media y ese verano antes de ingresar a la universidad decidió colportar. Como nunca lo había hecho, compartí con él algunos consejos y lo animé para que trabajara con tenacidad. Su temperamento, su conversación agradable y su buena presencia eran factores que le jugaban a favor, pero también sabía que la mejor de las ventajas era mantener una relación dinámica con Jesús.
Inició su primer verano de colportaje y tuvo cierto éxito al principio, pero al término del verano, una cantidad significativa de personas rechazó los pedidos de los libros y no se concretaron las ventas. Marcelo regresó con las manos semivacías, porque el trabajo de tres meses no había rendido lo que él esperaba.
En una charla que mantuvimos al término de la campaña, Marcelo estaba enojado con Dios y lo manifestó con sus palabras: "Capellán, cada día realicé mi culto personal leyendo la Biblia y orando, todos los sábados fui a la iglesia y siempre me porté como un buen cristiano. ¿Por qué entonces Dios no me ayudó en el colportaje?"
Sin darse cuenta, Marcelo había tratado de comerciar con Dios; y la vida espiritual no es un comercio, pues todo lo que hacemos en ella debe ser por amor. Su error había sido querer "comprar" a Dios con su devoción personal, yendo a la iglesia y "portándose bien"; y lo que pretendía con ese esfuerzo personal era que Dios le diera cuantiosas ventas y un verano de éxito.
El error de Marcelo de hacer lo que Dios pide por un interés personal es tan antiguo como la Biblia. Pablo lo había visto entre sus feligreses de Corinto y les enseñó que al compartir sus ofrendas con la iglesia no dieran "por necesidad". Dar de esta manera refleja un corazón egoísta, donde reina el espíritu de conveniencia, y en realidad no se tiene el deseo de alabar y honrar a Dios con esa ofrenda, sino que se la da como un "soborno" para luego recibir más.
A diferencia de esta motivación egoísta al ofrendar, Pablo enfatizó que "Dios ama al dador alegre". Toda persona sincera que comparte sus bienes con el Señor y su iglesia, recibirá de las bendiciones celestiales; pero ese Dios que lee los pensamientos y el corazón, no desea que sus hijos den con tristeza o por conveniencia, sino que compartan sus recursos sin esperar nada a cambio, simplemente porque poseen una vida santificada por su Espíritu.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

DEL CORAZÓN DE LA TIERRA

Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Mateo 12:40.

¡Por favor, no me digas que estás fracasado, si crees en el Señor Jesucristo! Estás herido, tal vez; has recibido un golpe tan fuerte que hasta perdiste las ganas de vivir, es posible. Pero, fracasado nunca.
Este es uno de los mensajes del versículo de hoy. La declaración de Jesús es más que una simple profecía relativa a su propia muerte y resurrección: es, también, la promesa profética de que, mientras vivas en este mundo de dolor, el sufrimiento y los ataques del enemigo te pueden alcanzar. Pero lo que el enemigo te haga, por más terrible que sea, no es el punto final de la historia.
Jonás descendió a las profundidades más tenebrosas del mar. Quién podría decir que un hombre, tragado por un pez gigantesco, podría volver a la vida. ¡Era imposible! Jonás estaba acabado. ¿Acabado? Desde el punto de vista humano, tal vez; jamás, desde la perspectiva divina. Después de tres días y tres noches, sucedió lo improbable: el pez lo arrojó vivo en la playa, y la misión interrumpida de Jonás fue cumplida.
Con Jesús sucedió lo mismo: había sido crucificado en la cruz del Calvario, y Satanás pensó que había vencido. Jesús estaba muerto; ¿no es la muerte el fin de todo? Sí, para los seres humanos; jamás, para Jesús. Pero, al tercer día, el cuerpo del Maestro todavía se encontraba en el seno de la tierra, y el enemigo continuaba profiriendo carcajadas de victoria en el universo.
Era el primer día de la semana. Amaneció como cualquier otro día. Pero repentinamente la tumba se abrió; la muerte tuvo que dar lugar a la vida y Jesús resucitó.
¿Sabes lo que Jesús te dice hoy? ¡No temas, aunque todo te parezca perdido! No desesperes, aunque tus ojos no vean la salida; aunque tu día no tenga sol ni las aves canten en tu jardín. Aunque el corazón te repita, una y otra vez, que llegaste al final, no le creas: ¡Dios continúa en el comando de la situación! Dios es vida, y mientras te refugies en sus brazos, no habrá lugar para la muerte.
¿Te sientes hoy en el fondo del mar o en el corazón de la tierra? Vuelve los ojos a Dios; reconoce tu insignificancia. Pero, al mismo tiempo, reconoce el poder de Dios y sigue adelante, a pesar de las circunstancias, "porque como estuvo Joñas en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches". ¿Por qué no lo estarías tú, también?

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

lunes, 15 de agosto de 2011

¿AUSTALOPITHECUS?

Me regocijaba con la parte habitada de su tierra, pues mis delicias están con los hijos de los hombres. (Proverbios 8:31).

Aunque nací en un hogar cristiano y desde niña me enseñaron que el ser humano había salido de las manos de Dios, asistí a una escuela donde se enseñaba la evolución como única teoría posible sobre el origen de la especie humana. Cuando el maestro hablaba de la evolución de las especies, los niños me miraban y se burlaban de mí. Yo era la única cristiana en el aula, por lo que las charlas evolucionistas eran más bien un método de persuasión dirigido directamente contra mi persona. Pero por más que se esforzaron en hacerme cambiar de parecer, nunca pude aceptar la idea de que venimos de un ser inferior, porque eso significaría que en cualquier momento yo podría volver a convertirme en un australopithecus, que en muy poco se diferenciaba del mono.
A mi mente infantil no le gustaba la idea de que yo fuese meramente un producto de la casualidad, porque eso me privaba de sentir el amor con el que Dios me había creado y me alejaba de la esperanza de gozar una vida mejor, una vida eterna en un mundo perfecto.
En una ocasión, el profesor, en forma burlona, me dijo que si yo creía en Dios seguramente le podía decir de dónde había salido. Yo me quedé pensativa por un momento, pero después le contesté: «Usted tiene un eslabón perdido. Yo no puedo decirle de dónde vino Dios, pero sí puedo decirle que prefiero tener como Padre y Creador a Dios que a un mono. ¿No está de acuerdo conmigo?». El profesor prefirió no decir nada más y dio la clase por concluida.
Cuando te recreas en la obra de Dios, te das cuenta de que eres una persona privilegiada al saber que el Señor, el poderoso Rey del universo, tomó todo el tiempo necesario para hacerte no como un animal, sino a su imagen y semejanza. Eres hija de Dios y eso es algo en lo que puedes gozarle.
Tener a Dios como Creador y Padre le coloca en la posición de hija.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

"A DIOS LO QUE ES DE DIOS”

Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Mateo 22:21.

Según las Escrituras, el tiempo que le corresponde a Dios es el sábado. El séptimo día del calendario semanal es un recordativo permanente del poder creador y sustentador de Dios, y en él se deben detener las actividades cotidianas para realizar tareas de índole espiritual.
Pero además de los sábados, durante el resto de los días de la semana debemos dedicar tiempo para conversar con él y leer su Santa Palabra. El culto personal diario te permite consagrarte, poner tus planes y proyectos en sus manos y recibir fuerzas. Ese tiempo que le pertenece a Dios es tremendamente beneficioso cuando se lo practica con fe.
Libertad era una joven que cursaba su primer año de universidad y estaba a punto de abandonar su carrera por sus bajas calificaciones. Aunque había invertido horas de concentración y esfuerzo, las exigencias académicas parecían abrumarla, y decidió contarle a su madre para que le permitiera regresar a su hogar. Cuando su madre leyó la carta, viajó hasta donde se encontraba su hija, y después de un breve diálogo, le preguntó:
—¿Cuánto tiempo pasas diariamente con Dios?—
—Nada mamá —respondió algo molesta su hija—, te estoy diciendo que no puedo con mis estudios, ¿y quieres que saque tiempo para orar y leer la Biblia?
La madre hizo una pausa, y luego le dijo: "Te hago una propuesta: como todavía te queda medio año de estudio, continúa estudiando hasta finalizar, pero dedica una hora diaria a tu culto personal".
Aunque Libertad se opuso al principio, su madre le hizo ver que no tenía nada que perder, así que de manera obediente continuó con sus estudios y este nuevo plan. Cada día dedicó una hora bien temprano en la mañana para orar y leer la Biblia, y aunque no siempre fue fácil por las actividades y el rigor de los exámenes, recordó las palabras de su madre y continuó fiel a su propuesta. Al final del año, Libertad descubrió que su relación con Dios había mejorado significativamente, y las excelentes calificaciones obtenidas fueron solo un bono adicional.
Jesús enseñó a sus seguidores a darle "a Dios lo que es de Dios", y este principio se debe aplicar sobre todos los bienes que se poseen. Libertad lo vivió en el uso de tiempo, y Jesús te invita a que tú también lo experimentes dándole cada día un tiempo al Señor. Pruébalo y tú también tendrás bendiciones que te asombrarán.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel