Hablaré de tu grandeza, mi Dios y Rey; bendeciré tu nombre por siempre. Diariamente te bendeciré; alabaré tu nombre por siempre. Saimo 14S: 1, 2.
El pastor Dan era el tipo de persona que a la gente le gusta tener cerca. Siempre estaba contento y se preocupaba por los demás. Cuando, un día, un amigo lo vio hablar consigo mismo lo interrumpió y le preguntó qué sucedía. —Oh —dijo el pastor Dan—, le contaba a Jesús lo maravilloso que es. Siempre que me siento desanimado o deprimido, me olvido de mí mismo y empiezo a decirle qué significa él para mí. —¿Y eso te levanta el ánimo? —preguntó el amigo. —Siempre —respondió. ¡Qué gran idea! Piensa en cómo cambiaría nuestra vida si, tan pronto como detectásemos un pensamiento negativo, volviésemos la atención hacia Dios. La clave está en atrapar el pensamiento negativo tan pronto como se asome, y cortarle el paso. Como el pastor Dan, cuando en el cerebro nos entre un pensamiento depresivo, podemos sustituirlo con pensamientos sobre la grandeza de Dios. Cuando sintamos la tentación de ridiculizar a otras personas podemos orar por ellas y pedir a Dios que las bendiga. Cuando tengamos miedo, podemos agradecer a Dios que no tengamos nada que temer si lo seguimos a él. Orar sin cesar no quiere decir que tengamos que estar de rodillas las 24 horas del día. Quiere decir estar dispuesto a comunicarnos con Dios en todo momento. Atrapar nuestros pensamientos y redirigirlos hacia Dios nos ayudará a sentir su presencia durante todo el día y nos dará la paz y la felicidad que está buscando todo el mundo.
Tomado de la Matutina el Viaje Increíble.
El pastor Dan era el tipo de persona que a la gente le gusta tener cerca. Siempre estaba contento y se preocupaba por los demás. Cuando, un día, un amigo lo vio hablar consigo mismo lo interrumpió y le preguntó qué sucedía. —Oh —dijo el pastor Dan—, le contaba a Jesús lo maravilloso que es. Siempre que me siento desanimado o deprimido, me olvido de mí mismo y empiezo a decirle qué significa él para mí. —¿Y eso te levanta el ánimo? —preguntó el amigo. —Siempre —respondió. ¡Qué gran idea! Piensa en cómo cambiaría nuestra vida si, tan pronto como detectásemos un pensamiento negativo, volviésemos la atención hacia Dios. La clave está en atrapar el pensamiento negativo tan pronto como se asome, y cortarle el paso. Como el pastor Dan, cuando en el cerebro nos entre un pensamiento depresivo, podemos sustituirlo con pensamientos sobre la grandeza de Dios. Cuando sintamos la tentación de ridiculizar a otras personas podemos orar por ellas y pedir a Dios que las bendiga. Cuando tengamos miedo, podemos agradecer a Dios que no tengamos nada que temer si lo seguimos a él. Orar sin cesar no quiere decir que tengamos que estar de rodillas las 24 horas del día. Quiere decir estar dispuesto a comunicarnos con Dios en todo momento. Atrapar nuestros pensamientos y redirigirlos hacia Dios nos ayudará a sentir su presencia durante todo el día y nos dará la paz y la felicidad que está buscando todo el mundo.
Tomado de la Matutina el Viaje Increíble.
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