sábado, 1 de agosto de 2009

TODOS SON BIENVENIDOS

Vinieron también unos publícanos para ser bautizados, y le dijeron: «Maestro, ¿qué haremos?» El les dijo: «No exijáis más de lo que os está ordenado». lucas 3: 12, 13

¿Has reparado en el tipo de personas que acudían a Juan el Bautista para ser bautizadas? La Palabra de Dios dice: «Vinieron también unos publícanos para ser bautizados». Como sabes, esos individuos eran deshonestos. El propio Juan los había llamado «generación de víboras». Los publícanos eran los recolectores de impuestos, que en aquella época era sinónimo de fraude y extorsión a sus compatriotas. Aquellos publícanos eran, sencillamente, pecadores que andaban en busca de la salvación, como nosotros. A Dios no le importa la mala fama. Juan sabía cuan valiosos para el reino de Dios podían llegar a ser los cobradores de impuestos. Es fácil comprender que los líderes religiosos dudaran que los cobradores de impuestos fueran los mejores candidatos para formar el reino de Dios. Pensaban que Juan quería construir un mundo abnegado y sacrificado con personas egoístas y ambiciosas. Después de todo, no había quien no supiese que los cobradores de impuestos eran ladrones. Sus pecados eran tan obvios que no hacía falta que los confesasen; los demás ya lo hacían por ellos. Apuntar con el dedo acusador puede ser indicio de tener una "respetabilidad" farisaica que cree que solo deben bautizarse personas como uno. Quienes así juzgan a los demás piensan que son el tipo ideal de persona para establecer el reino de Dios, el modelo al que los demás deben aspirar, el tipo de persona que debe llenar los bancos de la iglesia. A diferencia de muchos de nosotros, Juan sabía que a las personas no se las debe tratar como son, porque se las hará peores de lo que son; debe tratárselas como pueden llegar a ser, y así llegarán a ser mejores de lo que son. Como ocurre con todos los cristianos, cuando los publícanos fueron bautizados, dejaron sus corazones quebrantados bajo las aguas del Jordán. Veían con lágrimas en los ojos que las arremolinadas aguas del río arrastraban sus pecados. Su corazón estaba lleno de gozo y felicidad. Sabían que, posiblemente, al cruzar el camino encontrarían fariseos cuya confesión había sido más de labios que de corazón. Y no les importaba, porque estaban dispuestos a cargar su cruz. ¿Te inquietan algunas personas que son llamadas a unirse a la iglesia? La iglesia está preparada, y fue organizada, para recibir a los peores pecadores. Como Pablo, que, ya siendo apóstol, todavía se consideraba «el primero de los pecadores» (1 Tim. 1: 15). la gente mala constituye el mejor símbolo de la transformación. Ellos, unidos a Jesús, transformarán el mundo.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

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