Al hombre le toca hacer planes, y al Señor dirigir sus pasos. Proverbios 16: 9
Ayer te hablé de la tarjeta para el objetivo de 21 días. Hoy quiero explicarte cómo una de esas tarjetas me ayudó a no salirme del camino. El primer objetivo que me marqué era leer cada día la Biblia. Compré una Biblia especial que estaba dividida en 365 secciones. Cada día había pasajes del Antiguo testamento, de los Salmos y del Nuevo Testamento. Si era constante con la lectura, habría leído toda la Biblia en un año. Durante dos semanas, cada día, la tarjeta de objetivo me mantuvo sobre la vía. Pero llegaron las eliminatorias de la Serie Mundial. Cuando Tom y yo regresamos a casa para dormir era ya casi media noche. Estaba a punto de dormirme cuando repentinamente me acordé de la tarjeta de 21 días. Había olvidado leer los capítulos correspondientes a ese día. Mi primer pensamiento fue ponerme a dormir y dejar la lectura para más adelante. Pero no podía olvidar el compromiso que había hecho. Así que salí de la habitación y me dirigí a la sala de música. Leí los pasajes asignados de Jeremías, los Salmos y 2 Timoteo. Ya podía volver a la cama. Esa pequeña tarjeta me ayudó a recordar el compromiso. Antes de que hubiesen pasado los 21 días, supe que leer la Biblia formaría parte de mi vida. ¿Por qué no trabajas para conseguir un objetivo durante las próximas semanas? Luego, cuando ya se haya convertido en un hábito, empieza otra tarjeta con otro objetivo. Piensa en lo mucho que cambiaría tu vida si durante los próximos doce meses generaras doce nuevos hábitos para mejorar tu vida.
Tomado de la matutina El Viaje Increible.
Ayer te hablé de la tarjeta para el objetivo de 21 días. Hoy quiero explicarte cómo una de esas tarjetas me ayudó a no salirme del camino. El primer objetivo que me marqué era leer cada día la Biblia. Compré una Biblia especial que estaba dividida en 365 secciones. Cada día había pasajes del Antiguo testamento, de los Salmos y del Nuevo Testamento. Si era constante con la lectura, habría leído toda la Biblia en un año. Durante dos semanas, cada día, la tarjeta de objetivo me mantuvo sobre la vía. Pero llegaron las eliminatorias de la Serie Mundial. Cuando Tom y yo regresamos a casa para dormir era ya casi media noche. Estaba a punto de dormirme cuando repentinamente me acordé de la tarjeta de 21 días. Había olvidado leer los capítulos correspondientes a ese día. Mi primer pensamiento fue ponerme a dormir y dejar la lectura para más adelante. Pero no podía olvidar el compromiso que había hecho. Así que salí de la habitación y me dirigí a la sala de música. Leí los pasajes asignados de Jeremías, los Salmos y 2 Timoteo. Ya podía volver a la cama. Esa pequeña tarjeta me ayudó a recordar el compromiso. Antes de que hubiesen pasado los 21 días, supe que leer la Biblia formaría parte de mi vida. ¿Por qué no trabajas para conseguir un objetivo durante las próximas semanas? Luego, cuando ya se haya convertido en un hábito, empieza otra tarjeta con otro objetivo. Piensa en lo mucho que cambiaría tu vida si durante los próximos doce meses generaras doce nuevos hábitos para mejorar tu vida.
Tomado de la matutina El Viaje Increible.
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