Firme está, oh Dios, mi corazón; ¡voy a cantarte salmos, gloria mía! [...] Te alabaré, Señor, entre los pueblos; te cantaré salmos entre las naciones (Salmo 108: 1-3).
Casi en todas las iglesias hay una hermana que canta tan fuerte que retumba su voz por todo el templo, sin embargo, lo hace de una manera no muy afinada. Cierta vez, una dama con las características antes mencionadas quiso entrar al coro que yo dirigía. Al haber sufrido muchas veces en la iglesia debido a su manera de cantar, decidí no aceptarla en el grupo vocal. De la manera más sutil que pude le comuniqué mi decisión, pero en sus ojos pude ver el desencanto y tristeza que mi respuesta le había ocasionado. Esa noche puse en oración lo sucedido. Yo me sentía tan culpable por la reacción de la hermana que tardé varias horas en conciliar el sueño. Entonces algo increíble sucedió: soñé que la congregación entonaba un hermoso y grandioso canto cual nunca he oído jamás. De pronto mi atención se interrumpió al mirar que entre esa congregación se encontraba la dama que yo había rechazado para estar en el coro. Súbitamente desperté. Ahora me sentía peor. Oré de nuevo y al poco rato me quedé dormida. Al día siguiente, el Espíritu Santo puso en mi mente una interesante reflexión: a veces en nuestras congregaciones estamos tan preocupados por crear coros y preparar cantos especiales para los servicios, eso no está mal si hay una preparación debida, que hemos descuidado a los creyentes de las bancas, aquellos que van con un corazón dispuesto a recibir al Espíritu Santo y alabar el nombre de Dios. En ocasiones estas personas participan en un par de cantos y lo demás es observar el desfile de cantantes, grupos corales bien ensayados, que a veces hacen playback, instrumentistas virtuosos que sorprenden a más de uno; todos ellos miembros de la farándula cristiana que, si el sonido falla, no hay micrófono o monitoreo, o bien las condiciones de la iglesia o del foro no son adecuadas, se quejan airadamente o se niegan a alabar a Dios. Es triste el cuadro, ¿no es así? Este es un llamado a todos los encargados del ministerio de la música para que no falte un buen servicio de canto congregacional por las mañanas.
Casi en todas las iglesias hay una hermana que canta tan fuerte que retumba su voz por todo el templo, sin embargo, lo hace de una manera no muy afinada. Cierta vez, una dama con las características antes mencionadas quiso entrar al coro que yo dirigía. Al haber sufrido muchas veces en la iglesia debido a su manera de cantar, decidí no aceptarla en el grupo vocal. De la manera más sutil que pude le comuniqué mi decisión, pero en sus ojos pude ver el desencanto y tristeza que mi respuesta le había ocasionado. Esa noche puse en oración lo sucedido. Yo me sentía tan culpable por la reacción de la hermana que tardé varias horas en conciliar el sueño. Entonces algo increíble sucedió: soñé que la congregación entonaba un hermoso y grandioso canto cual nunca he oído jamás. De pronto mi atención se interrumpió al mirar que entre esa congregación se encontraba la dama que yo había rechazado para estar en el coro. Súbitamente desperté. Ahora me sentía peor. Oré de nuevo y al poco rato me quedé dormida. Al día siguiente, el Espíritu Santo puso en mi mente una interesante reflexión: a veces en nuestras congregaciones estamos tan preocupados por crear coros y preparar cantos especiales para los servicios, eso no está mal si hay una preparación debida, que hemos descuidado a los creyentes de las bancas, aquellos que van con un corazón dispuesto a recibir al Espíritu Santo y alabar el nombre de Dios. En ocasiones estas personas participan en un par de cantos y lo demás es observar el desfile de cantantes, grupos corales bien ensayados, que a veces hacen playback, instrumentistas virtuosos que sorprenden a más de uno; todos ellos miembros de la farándula cristiana que, si el sonido falla, no hay micrófono o monitoreo, o bien las condiciones de la iglesia o del foro no son adecuadas, se quejan airadamente o se niegan a alabar a Dios. Es triste el cuadro, ¿no es así? Este es un llamado a todos los encargados del ministerio de la música para que no falte un buen servicio de canto congregacional por las mañanas.
Dulce Nayeli Lazada Alcántara
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.
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