Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies. Proverbios 23:22.
Cuando en mis clases de Biblia me tocaba enseñar sobre qué nos pedía Dios cuando nos decía "honra" a tus padres, casi siempre, año tras año, la primer palabra que los estudiantes ofrecían como sinónimo era "respeto". Al indagar sobre qué entendían ellos por respeto, las respuestas variaban, pero siempre incluían "no elevar el tono de la voz" o "no contestarles cuando nos censuran por una mala conducta".
Más allá de las definiciones personales que podamos dar sobre esta palabra, algunos eruditos de la lengua castellana hablan del respetuoso como de alguien que se detiene a observar, que toma en cuenta y no pasa por alto lo que respeta.
Y esa parte de la definición de respeto me hizo recordar un incidente que viví en los primeros años de ministerio. Daniela estaba por cumplir sus veinte años cuando decidió irse de su hogar para vivir con su novio. Apenas dejó un pequeño papel que decía: "Me fui de casa a vivir con..." y su firma. Y se marchó sin tener en cuenta lo que su madre podría sentir con su huida.
La preocupación de la madre creció con el paso de los días, y como no sabía el paradero de su hija ni qué necesidades tenía, llegó a mi oficina pidiendo ayuda espiritual. "Yo soy divorciada y Daniela es mi única familia —decía su madre entre sollozos— si ella no está bien, yo me muero". Oramos juntos, le regalé algunas revistas de nuestra iglesia y la animé a que estudiara las Escrituras. Después de diez días Daniela llamó a su madre para Informarle que estaba bien, que no se preocupara por ella, y al cabo de un mes abandonó a su novio y volvió a su hogar. Con el paso de los días todo volvió a la normalidad, pero Daniela nunca supo el gran dolor que causó en su madre su aventura romántica.
¿Estás pasando por alto a tus padres? ¿Los ignoras voluntariamente a ellos o a sus enseñanzas? No continúes, ellos tienen un valor tremendo ante Dios, y él en su Santa Palabra intenta que también nosotros valoremos y respetemos a quienes nos dieron la vida. Soy consciente de sus faltas, sé que se pueden equivocar y afectarte en sus errores, pero la honra y el respeto que ellos se merecen hay que brindarlos en vida. El quinto mandamiento está en la ley divina no solo para el bien de los padres, sino también para el de los hijos, porque respetar y honrar a los padres trae paz y tranquilidad de por vida. No continúes con las actividades de este día sin antes agradecerle a Dio por los padres que te dio.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
Cuando en mis clases de Biblia me tocaba enseñar sobre qué nos pedía Dios cuando nos decía "honra" a tus padres, casi siempre, año tras año, la primer palabra que los estudiantes ofrecían como sinónimo era "respeto". Al indagar sobre qué entendían ellos por respeto, las respuestas variaban, pero siempre incluían "no elevar el tono de la voz" o "no contestarles cuando nos censuran por una mala conducta".
Más allá de las definiciones personales que podamos dar sobre esta palabra, algunos eruditos de la lengua castellana hablan del respetuoso como de alguien que se detiene a observar, que toma en cuenta y no pasa por alto lo que respeta.
Y esa parte de la definición de respeto me hizo recordar un incidente que viví en los primeros años de ministerio. Daniela estaba por cumplir sus veinte años cuando decidió irse de su hogar para vivir con su novio. Apenas dejó un pequeño papel que decía: "Me fui de casa a vivir con..." y su firma. Y se marchó sin tener en cuenta lo que su madre podría sentir con su huida.
La preocupación de la madre creció con el paso de los días, y como no sabía el paradero de su hija ni qué necesidades tenía, llegó a mi oficina pidiendo ayuda espiritual. "Yo soy divorciada y Daniela es mi única familia —decía su madre entre sollozos— si ella no está bien, yo me muero". Oramos juntos, le regalé algunas revistas de nuestra iglesia y la animé a que estudiara las Escrituras. Después de diez días Daniela llamó a su madre para Informarle que estaba bien, que no se preocupara por ella, y al cabo de un mes abandonó a su novio y volvió a su hogar. Con el paso de los días todo volvió a la normalidad, pero Daniela nunca supo el gran dolor que causó en su madre su aventura romántica.
¿Estás pasando por alto a tus padres? ¿Los ignoras voluntariamente a ellos o a sus enseñanzas? No continúes, ellos tienen un valor tremendo ante Dios, y él en su Santa Palabra intenta que también nosotros valoremos y respetemos a quienes nos dieron la vida. Soy consciente de sus faltas, sé que se pueden equivocar y afectarte en sus errores, pero la honra y el respeto que ellos se merecen hay que brindarlos en vida. El quinto mandamiento está en la ley divina no solo para el bien de los padres, sino también para el de los hijos, porque respetar y honrar a los padres trae paz y tranquilidad de por vida. No continúes con las actividades de este día sin antes agradecerle a Dio por los padres que te dio.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
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