En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron. Salmo 9:10.
Ayer nos referimos a cómo el pecado nos conduce a juzgar a los demás; hoy veremos cómo también afectó y manchó una institución creada por Dios: la familia. Todos soñamos con la familia perfecta, con ese hogar que debería ser un "pedacito del cielo aquí en la tierra", pero tristemente sabemos que no es así en todos los hogares, y que en muchos de ellos se enfrentan grandes luchas y problemas.
Este fue el caso en el hogar paterno de Flavio, un joven que había tenido una familia estable hasta los ocho años de edad. Luego, una infidelidad del padre descubierta por la madre convirtió el hogar en un campo de batalla donde se escuchaban gritos, insultos y reproches todos los días. Flavio creció con un padre que intentaba ocultar su error y una madre que no permitía que nadie en la familia lo perdonara, ya que ella no podía perdonar la infidelidad de su esposo. Con los años, el padre de este muchacho dejó de vivir con su familia para irse a vivir solo, pero aún así, cuando regresaba para ver a sus tres hijos, nuevamente volvían a surgir los pleitos y las iras.
Cuando Flavio me contaba todo el drama familiar, no podía evitar recordar con nostalgia lo que había sido su familia hasta sus ocho años de edad, y aunque añoraba esos tiempos de dicha, sabía que lo mejor para sus padres era estar separados. Ya no podían convivir. Ya no se toleraban ni intentaban volver a funcionar como matrimonio, simplemente los unían los hijos que tenían en común.
Desafortunadamente, esta es la situación de muchas familias. Los hijos que podrían haber tenido un hogar unido y feliz, terminan siendo el único hilo de unión entre sus padres, porque estos ya no pueden vivir bajo el mismo techo. Aún así hay algunas implicaciones relacionadas con todo esto.
1. Si tienes la bendición de que tus padres estén juntos todavía, agradécele a Dios y pídele que esa unión se conserve por toda la vida.
2. Si te sientes de alguna manera identificado con Flavio, recuerda que Dios no desampara a los que lo buscan.
3. El enemigo de Dios sabe que si trae dolor y desdicha a las familias tendrá hombres y mujeres desdichados en el futuro. Por eso, aunque hayan problemas en tu hogar, no dejes de buscar diariamente al Señor, ya que él es el amparo para sus hijos. Dios desea restaurar la felicidad de las familias, y si acudes a él, su amor suplirá la carencia del padre o la madre que te puedan faltar. No lo pienses dos veces, recurre hoy mismo a Dios, y él será tu fortaleza.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
Ayer nos referimos a cómo el pecado nos conduce a juzgar a los demás; hoy veremos cómo también afectó y manchó una institución creada por Dios: la familia. Todos soñamos con la familia perfecta, con ese hogar que debería ser un "pedacito del cielo aquí en la tierra", pero tristemente sabemos que no es así en todos los hogares, y que en muchos de ellos se enfrentan grandes luchas y problemas.
Este fue el caso en el hogar paterno de Flavio, un joven que había tenido una familia estable hasta los ocho años de edad. Luego, una infidelidad del padre descubierta por la madre convirtió el hogar en un campo de batalla donde se escuchaban gritos, insultos y reproches todos los días. Flavio creció con un padre que intentaba ocultar su error y una madre que no permitía que nadie en la familia lo perdonara, ya que ella no podía perdonar la infidelidad de su esposo. Con los años, el padre de este muchacho dejó de vivir con su familia para irse a vivir solo, pero aún así, cuando regresaba para ver a sus tres hijos, nuevamente volvían a surgir los pleitos y las iras.
Cuando Flavio me contaba todo el drama familiar, no podía evitar recordar con nostalgia lo que había sido su familia hasta sus ocho años de edad, y aunque añoraba esos tiempos de dicha, sabía que lo mejor para sus padres era estar separados. Ya no podían convivir. Ya no se toleraban ni intentaban volver a funcionar como matrimonio, simplemente los unían los hijos que tenían en común.
Desafortunadamente, esta es la situación de muchas familias. Los hijos que podrían haber tenido un hogar unido y feliz, terminan siendo el único hilo de unión entre sus padres, porque estos ya no pueden vivir bajo el mismo techo. Aún así hay algunas implicaciones relacionadas con todo esto.
1. Si tienes la bendición de que tus padres estén juntos todavía, agradécele a Dios y pídele que esa unión se conserve por toda la vida.
2. Si te sientes de alguna manera identificado con Flavio, recuerda que Dios no desampara a los que lo buscan.
3. El enemigo de Dios sabe que si trae dolor y desdicha a las familias tendrá hombres y mujeres desdichados en el futuro. Por eso, aunque hayan problemas en tu hogar, no dejes de buscar diariamente al Señor, ya que él es el amparo para sus hijos. Dios desea restaurar la felicidad de las familias, y si acudes a él, su amor suplirá la carencia del padre o la madre que te puedan faltar. No lo pienses dos veces, recurre hoy mismo a Dios, y él será tu fortaleza.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
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