No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. Mateo 6:8.
Si Dios conoce tus necesidades antes de que le pidas cualquier cosa, ¿por qué necesitas orar? Muchos piensan que la oración tiene, como propósito, informar a Dios acerca de la situación difícil por la que están atravesando; pero, no es así. El propósito principal de la oración es la comunicación con Dios.
¿Imaginaste cómo sería la vida si las personas se aproximasen unas a las otras solo para pedirse cosas? Sería un acercamiento egoísta y sin significado. Las personas conversan por el simple placer de conversar; para cultivar el compañerismo, la amistad, y para conocerse mejor.
La oración no es otra cosa que conversar con Dios. ¿Sobre qué? ¡Sobre todo! Orar es abrir el corazón a Dios como a un amigo. ¿De qué conversan los amigos? De todo: deportes, noviazgo, cocina, trabajo, automóvil, finanzas; y, a veces, de cosas insignificantes e irrelevantes, solo para pasar tiempo con el amigo.
¿Es Jesús, para ti, el mejor amigo? Entonces, ábrele tu corazón. Pasa tiempo con él, a solas. Sepárate de las multitudes y, en tu habitación, exprésale a tu mejor Amigo todo lo que estás sintiendo: tus tristezas, dolores, alegrías, sueños y frustraciones.
Al hacer eso, no le estás informando de nada; Jesús ya sabe lo que te está sucediendo. Pero, cuando tú se lo cuentas, algo extraordinario sucede dentro de ti. Al levantarte de tus rodillas, percibes las dificultades desde una perspectiva diferente. El temor, las dudas y la desconfianza desaparecen, y te sientes con valor para enfrentar los embates de la vida.
En vez de rumiar tus tristezas y preocupaciones, en soledad, dando lugar a la ansiedad, cuéntale a Jesús lo que te está perturbando. El versículo de hoy aconseja: "No hagáis como ellos" ¿Quiénes son ellos? Quienes no conocen a Jesús. Los que tratan de resolver sus problemas solos, creyendo que la fuerza de voluntad o la disciplina mental son suficientes para salir de las dificultades.
Hoy es un nuevo día; ayer ya se fue. Pudo haber sido un ayer lleno de momentos tristes, pero ya es pasado. Abre las ventanas de tu corazón a los nuevos desafíos que la vida te presente. Nada está perdido cuando estás con Jesús. Pero, no salgas sin recordar el consejo del maestro: "No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis".
Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón
Si Dios conoce tus necesidades antes de que le pidas cualquier cosa, ¿por qué necesitas orar? Muchos piensan que la oración tiene, como propósito, informar a Dios acerca de la situación difícil por la que están atravesando; pero, no es así. El propósito principal de la oración es la comunicación con Dios.
¿Imaginaste cómo sería la vida si las personas se aproximasen unas a las otras solo para pedirse cosas? Sería un acercamiento egoísta y sin significado. Las personas conversan por el simple placer de conversar; para cultivar el compañerismo, la amistad, y para conocerse mejor.
La oración no es otra cosa que conversar con Dios. ¿Sobre qué? ¡Sobre todo! Orar es abrir el corazón a Dios como a un amigo. ¿De qué conversan los amigos? De todo: deportes, noviazgo, cocina, trabajo, automóvil, finanzas; y, a veces, de cosas insignificantes e irrelevantes, solo para pasar tiempo con el amigo.
¿Es Jesús, para ti, el mejor amigo? Entonces, ábrele tu corazón. Pasa tiempo con él, a solas. Sepárate de las multitudes y, en tu habitación, exprésale a tu mejor Amigo todo lo que estás sintiendo: tus tristezas, dolores, alegrías, sueños y frustraciones.
Al hacer eso, no le estás informando de nada; Jesús ya sabe lo que te está sucediendo. Pero, cuando tú se lo cuentas, algo extraordinario sucede dentro de ti. Al levantarte de tus rodillas, percibes las dificultades desde una perspectiva diferente. El temor, las dudas y la desconfianza desaparecen, y te sientes con valor para enfrentar los embates de la vida.
En vez de rumiar tus tristezas y preocupaciones, en soledad, dando lugar a la ansiedad, cuéntale a Jesús lo que te está perturbando. El versículo de hoy aconseja: "No hagáis como ellos" ¿Quiénes son ellos? Quienes no conocen a Jesús. Los que tratan de resolver sus problemas solos, creyendo que la fuerza de voluntad o la disciplina mental son suficientes para salir de las dificultades.
Hoy es un nuevo día; ayer ya se fue. Pudo haber sido un ayer lleno de momentos tristes, pero ya es pasado. Abre las ventanas de tu corazón a los nuevos desafíos que la vida te presente. Nada está perdido cuando estás con Jesús. Pero, no salgas sin recordar el consejo del maestro: "No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis".
Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón
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