Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. 1 Corintios 15:54.
La esperanza del cristiano no se limita a la resurrección, sino también se proyecta hacia la eternidad; una vida eterna sin los problemas de este mundo. San Pablo dice que, cuando resucitemos, "esto mortal será vestido de inmortalidad y esto corruptible será vestido de incorruptibilidad".
¿Sabes lo que eso significa? Resucitaremos con una naturaleza transformada. Las tendencias pecaminosas habrán llegado a su término. No existirá más la lucha interior que te lleva a la desesperación de querer servir a Dios y no poder. Creo que, de todas las bendiciones de la vida eterna, esta es la más significativa. Volveremos a tener la naturaleza de Adán antes de la caída. Nahum declara que el pecado no se levantará por segunda vez.
Claro que también habrá una transformación física. El cojo saltará, el ciego verá y el mudo hablará. El que murió consumido por el cáncer resucitará completamente curado y con un organismo sin ningún tipo de molestias. Pero, para que todo esto sea una realidad, es necesario que Jesús vuelva. Nuestra esperanza está centrada en Jesús y en su retorno triunfante a este mundo; ese será el punto final dado a la historia del pecado. La salvación y todo lo que Jesús hizo en la cruz del Calvario no tendría mucho sentido sin la Segunda Venida. ¿Cuál sería el mérito de la salvación? ¿Viviríamos salvos, por la eternidad, en este mundo de dolor, de pecado y de muerte? ¿Continuaríamos enterrando a nuestros seres queridos, arrancados por la muerte? ¿Continuaría la explotación, la miseria y la traición del ser humano? ¡No! Jesús viene para decir: ¡Basta!
¡Llegó la hora de volver a casa! Y ese día está llegando. La concreción final de nuestra esperanza; el sueño hecho realidad. Hoy aceptamos todo eso por la fe, pero pronto, más pronto de lo que piensas, la trompeta sonará y nadie más te hará llorar, nadie más te hará sentir inferior; no más desempleo, ni frustraciones, no más dolor ni lágrimas.
Yo quiero prepararme para ese día. ¿Lo quieres tú, también? Despierta a un nuevo día, pero recuerda que pronto, muy pronto, cuando "esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria".
Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón
La esperanza del cristiano no se limita a la resurrección, sino también se proyecta hacia la eternidad; una vida eterna sin los problemas de este mundo. San Pablo dice que, cuando resucitemos, "esto mortal será vestido de inmortalidad y esto corruptible será vestido de incorruptibilidad".
¿Sabes lo que eso significa? Resucitaremos con una naturaleza transformada. Las tendencias pecaminosas habrán llegado a su término. No existirá más la lucha interior que te lleva a la desesperación de querer servir a Dios y no poder. Creo que, de todas las bendiciones de la vida eterna, esta es la más significativa. Volveremos a tener la naturaleza de Adán antes de la caída. Nahum declara que el pecado no se levantará por segunda vez.
Claro que también habrá una transformación física. El cojo saltará, el ciego verá y el mudo hablará. El que murió consumido por el cáncer resucitará completamente curado y con un organismo sin ningún tipo de molestias. Pero, para que todo esto sea una realidad, es necesario que Jesús vuelva. Nuestra esperanza está centrada en Jesús y en su retorno triunfante a este mundo; ese será el punto final dado a la historia del pecado. La salvación y todo lo que Jesús hizo en la cruz del Calvario no tendría mucho sentido sin la Segunda Venida. ¿Cuál sería el mérito de la salvación? ¿Viviríamos salvos, por la eternidad, en este mundo de dolor, de pecado y de muerte? ¿Continuaríamos enterrando a nuestros seres queridos, arrancados por la muerte? ¿Continuaría la explotación, la miseria y la traición del ser humano? ¡No! Jesús viene para decir: ¡Basta!
¡Llegó la hora de volver a casa! Y ese día está llegando. La concreción final de nuestra esperanza; el sueño hecho realidad. Hoy aceptamos todo eso por la fe, pero pronto, más pronto de lo que piensas, la trompeta sonará y nadie más te hará llorar, nadie más te hará sentir inferior; no más desempleo, ni frustraciones, no más dolor ni lágrimas.
Yo quiero prepararme para ese día. ¿Lo quieres tú, también? Despierta a un nuevo día, pero recuerda que pronto, muy pronto, cuando "esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria".
Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón
No hay comentarios:
Publicar un comentario