Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a estos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. 1 Corintios 16:3.
Como adventista habrás escuchado muchas veces el relato del informe misionero y luego una exhortación para beneficiar con tus recursos a otros adventistas que se encuentran en otra parte del mundo. La ofrenda del décimotercer sábado de la Escuela Sabática va dirigida a un lugar específico cada trimestre, con el propósito de ayudar en la construcción de templos, capillas, colegios, habitaciones para un colegio con internado, sanatorios, estaciones de radio, etc.
Esa sana costumbre de la Iglesia Adventista no es algo nuevo, sino que las Escrituras registran la ayuda desinteresada que los cristianos de Corinto brindaron a los cristianos de Jerusalén. En esos años, la iglesia en Judea estaba viviendo una crisis externa. La persecución lanzada por los dirigentes israelitas sobre todos los que decían seguir a Jesús se palpaba en cada rincón de la ciudad, y los cristianos sinceros se vieron despojados de sus familias, de sus casas, de sus trabajos e incluso de las leyes que los amparaban. La escasez y la pobreza rápidamente se manifestaron en la vida de muchos creyentes, y el pedido de auxilio resonó en todas las iglesias del Imperio Romano.
Pablo, como apóstol, fundador y pastor de muchas de esas iglesias, recurrió a la bondad cristiana para obtener los recursos que menguarían la pobreza de Jerusalén, y con sus cartas envió recomendaciones para que cada seguidor de Jesús colaborara dando de sus bienes a los más necesitados.
En nuestros días, cada sábado tenemos la oportunidad de ayudar con las ofrendas para satisfacer las diversas necesidades que surgen en nuestras iglesias. En algunos casos la ayuda es local, mientras que en otros casos, como lo mencionamos al principio, la ayuda beneficiará a lugares distantes de donde vivimos; pero en ambos casos, esa ayuda debe salir del corazón convertido que está dispuesto a colaborar con Jesús.
Dios prometió bendecir a quienes ayuden a los pobres, y de igual manera está presente la bendición divina para los que colaboren con sus bienes para la iglesia de Cristo. Recuerda esto cuando des tu ofrenda el próximo sábado.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Como adventista habrás escuchado muchas veces el relato del informe misionero y luego una exhortación para beneficiar con tus recursos a otros adventistas que se encuentran en otra parte del mundo. La ofrenda del décimotercer sábado de la Escuela Sabática va dirigida a un lugar específico cada trimestre, con el propósito de ayudar en la construcción de templos, capillas, colegios, habitaciones para un colegio con internado, sanatorios, estaciones de radio, etc.
Esa sana costumbre de la Iglesia Adventista no es algo nuevo, sino que las Escrituras registran la ayuda desinteresada que los cristianos de Corinto brindaron a los cristianos de Jerusalén. En esos años, la iglesia en Judea estaba viviendo una crisis externa. La persecución lanzada por los dirigentes israelitas sobre todos los que decían seguir a Jesús se palpaba en cada rincón de la ciudad, y los cristianos sinceros se vieron despojados de sus familias, de sus casas, de sus trabajos e incluso de las leyes que los amparaban. La escasez y la pobreza rápidamente se manifestaron en la vida de muchos creyentes, y el pedido de auxilio resonó en todas las iglesias del Imperio Romano.
Pablo, como apóstol, fundador y pastor de muchas de esas iglesias, recurrió a la bondad cristiana para obtener los recursos que menguarían la pobreza de Jerusalén, y con sus cartas envió recomendaciones para que cada seguidor de Jesús colaborara dando de sus bienes a los más necesitados.
En nuestros días, cada sábado tenemos la oportunidad de ayudar con las ofrendas para satisfacer las diversas necesidades que surgen en nuestras iglesias. En algunos casos la ayuda es local, mientras que en otros casos, como lo mencionamos al principio, la ayuda beneficiará a lugares distantes de donde vivimos; pero en ambos casos, esa ayuda debe salir del corazón convertido que está dispuesto a colaborar con Jesús.
Dios prometió bendecir a quienes ayuden a los pobres, y de igual manera está presente la bendición divina para los que colaboren con sus bienes para la iglesia de Cristo. Recuerda esto cuando des tu ofrenda el próximo sábado.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
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