lunes, 3 de octubre de 2011

OPCIONES

Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Esdras 3:12.

El Templo de Jerusalén era el orgullo del pueblo de Israel. Y por eso, al volver del exilio babilónico, la primera actividad fue reconstruirlo: todo el material sería recaudado, y el primer paso sería revisar los fundamentos.
Era día de fiesta para el pueblo: el mayor símbolo de su fe estaba siendo, finalmente, reconstruido. El cuerpo sacerdotal estaba en su puesto; cantores e instrumentistas, listos para la adoración a Dios; gritos de alegría y de regocijo se oían a lo lejos. También el lloro. ¿Lloro?
En medio del pueblo, algunos dirigentes que habían visto la gloria del primer Templo, hecho por Salomón, al mirar los fundamentos del nuevo Templo, percibieron que era menor; los recursos eran pocos: la gloria de este nuevo Templo no podría ser comparada con la gloria del Templo de Salomón. La única emoción de ese día fue la tristeza. Y el llanto era tan alto como los gritos de alegría. En la misma escena, unos felices y otros tristes.
La diferencia es la manera en que decidimos encarar la vida: existen personas que solo ven tristeza, problemas y cielo nublado. Pasan por la vida lamentándose por la falta de oportunidades y de atención. Van por la vida llorando; no encuentran motivos para sonreír. ¡A pesar de estar frente a las grandes bendiciones de Dios!
La reconstrucción del Templo era una prueba de que Dios les estaba brindando una nueva oportunidad. Este nuevo día también es una nueva oportunidad para ti. No pierdas el tiempo mirando hacia atrás, con tristeza y rencor. Mira hacia adelante con esperanza, y con la seguridad de que vendrán días mejores.
Cuando unos lloren en alta voz y otros canten de alegría y de gratitud, únete al segundo grupo. "Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

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