«Porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, con vosotros también hagáis» (Juan 13: 15).
Recuerdo que, de niño, observaba a los hombres mientras se lavaban mutuamente los pies en el rito de humildad, justo antes de la Cena del Señor. Entonces no entendía el significado de lo que hacían. Su verdadero significado se me escapaba incluso después de ser bautizado y empezar a participar con otros jóvenes de mi edad.
Durante un tiempo fuimos misioneros en Pakistán. Allí empecé a entender por qué Pedro le dijo a Jesús: «No me lavarás los pies jamás» (Juan 13: 8). En Pakistán es común la expresión «mostrarle a alguien el zapato». Es una muestra de desprecio por la otra persona. Es el insulto más grave porque se considera que el pie es la parte más vergonzosa del cuerpo. Por eso Pedro no podía permitir que Jesús tocara sus pies.
Recuerdo que, hace muchos años, en el periódico vi una fotografía de Nikita Kruschov, durante un pleno de la Asamblea General de las Naciones Unidas al que había acudido en representación de la Unión Soviética, golpeando el escritorio el zapato. Todos nos preguntamos si estaba en su sano juicio. Pero después de haber vivido en Pakistán, entendí por qué lo hizo. Al golpear el escritorio con su zapato mostraba a la asamblea mundial el desprecio y el desdén que sentía por lo que allí se decía. Literalmente, «mostró su zapato al mundo».
No hace tantos años, derribaron la estatua de Saddam Hussein que se erigía en pleno centro de Bagdad, la capital de Irak. Si vio las imágenes, tuvo que darse cuenta de que había un hombre que corría junto a la estatua y la iba golpeando con su zapato. El mensaje era claro. Expresaba lo que sentía por el dictador caído. Poco antes del fin de su mandato, George W. Bush, el presidente de los Estados Unidos, visitó Bagdad. Durante una rueda de prensa, uno de los periodistas asistentes arrojó sus zapatos contra él; más con la intención de mostrarle su desprecio que deseando golpearlo.
Comparto esto con usted para que juntos podamos entender el significado de lo que Jesús hizo la noche en que lavó los pies de los discípulos. Entonces dijo algo que hoy puede acompañarlo: «Te di el ejemplo de cómo ser manso y humilde de corazón; ahora, ve tú y haz lo mismo». (Basado en Mateo 5: 5).
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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