El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en Breve. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!. (Apocalipsis 22:20).
Cada nuevo día, al iniciar mis actividades, doy gracias a Dios por lo bueno que es. Le agradezco por mis hijos, por mis nietos, por mi esposo y por supuesto por mis nueras. Pido una bendición especial para cada uno de ellos y sobre cada actividad que he de realizar. Cuando salgo a ejercitarme también le doy gracias por el gimnasio tan hermoso que me ha dado: una senda llena de árboles con la música más bella que podamos imaginar, que es el precioso canto de las aves. Tomo una ducha de agua tibia y termino con agua fría, y luego me pongo una ropa cómoda para dirigirme a la oficina.
Amo la vida y soy feliz. Por supuesto que no faltan los problemas, pero sé que no estoy sola. Cualquiera pensaría al escucharme que ya estoy viviendo en el cielo, y tiene razón: trato de hacer de cada espacio que ocupo un pedazo de cielo. Sin embargo, no puedo cerrar los ojos cuando veo a un indigente o a alguien que está esclavizado por el alcohol o las drogas. Tampoco puedo pasar por alto a los niños inocentes que aprovechan la luz roja de los semáforos para pedir una moneda.
Al ver toda la miseria que nos rodea clamo a Dios diciéndole: «¡Señor, envía a Cristo Jesús! No permitas que el pecado continúe degradando así a tus criaturas».
Amo la vida y soy feliz, pero anhelo profundamente la segunda venida de Cristo Jesús. Ansió el día en que lo he de ver cara a cara, cuando, postrada a sus pies y con lágrimas de felicidad en mis ojos, le diga: «¡Gracias por todo el amor que me has dado!».
La gracia de Dios es grande y quienes traten de acercarse más y más a Cristo no serán vencidos. Debemos recordar que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo, y que debemos ser partícipes de la naturaleza divina.
Querida amiga, Jesús te ama y ha prometido que regresará muy pronto, ¿estás lista para recibirlo?
Este es el momento de prepararnos, ¡él quiere llevarte al cielo a ti también!
Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Betty de Quiej escribe desde Nicaragua.
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