No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentare con la diestra de mi justicia (Isaías 41:10).
El 10 de agosto del 2005 mi familia y yo llegamos a nuestro nuevo hogar. Todo se veía muy hermoso. La casa estaba rodeada de pinos, el césped parecía una suave alfombra verde y reinaba un apacible silencio. Era casi increíble que aquel lugar tan paradisíaco fuera nuestro. Sabíamos que Dios nos lo había dado, pues él había obrado grandes milagros para que pudiéramos adquirir aquella casa.
Los primeros meses estuvieron llenos de actividad. Limpiamos, pintamos y arreglamos todo lo que pudimos antes de que llegara el primer invierno. Hicimos nuevos amigos y encontramos una iglesia a la cual asistir.
Mi esposo no pudo acompañarnos en nuestro nuevo hogar debido a la naturaleza de su trabajo, por lo que decidimos que él vendría a vernos una vez al mes y el resto del tiempo nos llamaríamos a menudo. Después de todo, únicamente íbamos a estar separados hasta el fin de aquel año. Lamentablemente, al acercarse el mes de diciembre, nos dimos cuenta de que la separación sería más larga.
Muy pronto me asaltaron las dudas y los temores. ¿Acaso habíamos tomado una decisión equivocada? ¿Estaba el Señor con nosotros aun cuando todo parecía estar saliendo de forma tan diferente a lo planeado? Una mañana, mientras leía en la Biblia la historia del éxodo del pueblo de Israel, me llené de ánimo al ver cómo Dios acompañó a sus hijos aun cuando todo parecía ir mal. Cuando Moisés le pidió al faraón que dejara ir a los israelitas, la respuesta fue negativa, y en vez de mejorar las condiciones del pueblo las hizo más duras y difíciles. En aquel momento parecía que Moisés se había equivocado. Luego, frente al Mar Rojo y con los soldados egipcios tras ellos, parecía que se encontraban en el lugar y el momento equivocados. Finalmente, al cruzar al otro lado del mar, en vez de utilizar el camino más corto fueron llevados por el más largo, por lo que eventualmente se les agotaron todas las provisiones.
Hoy sabemos que Dios los acompañó y que permitió todas aquellas pruebas para manifestar su poder y para su nombre fuera glorificado. Al final, todos reconocieron el poder y la sabiduría del Señor, aunque no lo habían hecho durante el tiempo de prueba.
Después de aquella lectura mi actitud cambió. Comprendí que Dios estaba con nosotros durante el tiempo de prueba, y que debía confiar plenamente en él
Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Sherie Lynn Creadora de ministerio “Corazón a Corazón”
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